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2022 NO.33
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Sabroso Japón: ¡Hora de comer!
Castella
Un dulce horneado originario de una ciudad portuaria,
que fue muy estimado por un gran literato
Fotos: Arai Akiko
El gran escritor Natsume Soseki disfrutaba del castella. Este dulce esponjoso, parecido al bizcocho, tiene una textura blanda con un profundo dulzor y jugosidad.
El castella, un dulce esponjoso parecido al bizcocho hecho con harina, huevos y azúcar, que se hornea en un molde rectangular y que normalmente se vende en cajas, se corta normalmente en rebanadas de 3 cm de grosor para su consumo. El castella tiene su origen en la prefectura de Nagasaki, en la región japonesa de Kyushu. Situada en el punto más occidental del país, Nagasaki se abrió como puerto comercial a finales del siglo XVI y permaneció siendo la única vía de entrada para el comercio durante el Shogunato Tokugawa, cuando se restringió el tránsito y el comercio con el extranjero.
Aunque se dice que este delicado bizcocho procede de una receta traída por los misioneros portugueses alrededor del siglo XVI, en realidad no hay un dulce portugués llamado “castella”. Algunos buscan sus orígenes en el pão de ló portugués, y otros en el bizcocho de España. Sea como sea, el castella ha venido siendo elaborado en Nagasaki desde la década de 1620, y desde allí se extendió al resto de Japón.
Una figura literaria estrechamente asociada con el castella es Natsume Soseki (1867–1916), autor conocido como el padre del modernismo en la literatura japonesa. Nacido cuando Japón empezaba a avanzar como nación moderna, las obras de Soseki reflejan los conflictos inherentes a la rápida occidentalización de Japón. Parece ser que Soseki era verdaderamente goloso, y el castella aparece en algunas de sus novelas. Su obra maestra, Soy un gato (Wagahai wa Neko de Aru), muestra una divertida escena escrita desde el punto de vista del gato en la que un joven huésped se comió, sin ser visto, una porción de castella mientras el dueño de la casa estaba alejado de la mesa.
Soseki escribe en su diario incluso como recibe un castella como regalo durante la visita a un amigo en Kioto:
Alzando la vista a la pagoda de cinco pisos contra el cálido cielo primaveral,
Vagando con el corazón y el bolsillo llenos de castella.
Este fragmento de su diario nos sugiere una graciosa imagen cómica de Soseki, transportando con cariño su dulce favorito mientras camina por las calles de la antigua capital, que seguramente nos hará sonreír.
Nakagawa Yasuhide, el presidente de Bunmeido Sohonten, una confitería de Nagasaki con una larga historia, nos dice que el bizcocho tradicional no sabía igual que el actual hasta finales del siglo XIX, cuando el sirope dulce mizuame se añadió a los ingredientes. “Añadir sirope hace la masa más jugosa. A los japoneses les suele disgustar una textura seca. Al añadir mizuame, el castella, un dulce originario de Europa, se transformó en un dulce japonés”, nos dice. Para asegurar que quede jugoso se remueve la masa varias veces, incluso durante el horneado. Esto permite al bizcocho hacerse de manera uniforme y tener una textura jugosa.
Siendo todavía un regalo habitual en Japón, el castella mantiene una aceptación constante a pesar de los altibajos de popularidad que sufren la mayoría de los dulces. La repostería y la literatura empapadas de historia nunca pasan de moda y seguirán fascinando a los japoneses.
Soy un gato (Wagahai wa Neko de Aru) es una novela humorística cuyo personaje principal es un gato negro, que cuenta historias de su familia, sus dueños y la gente entorno a ellos. Fue publicada originalmente en 1905. (Colección: Museo Conmemorativo de Natsume Soseki)