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2021 NO.30
MenuLos colores de Japón que penetran en el alma
Maestría que resplandece en oro:
Un artífice del martillado del pan de oro
Fotografía: Takishima Yoji Foto: PIXTA
El pan de oro es vital en artesanías tradicionales como los abanicos.
El pan de oro se hace aplanando una aleación de oro puro con ligeros rastros de plata y cobre a un grosor de aproximadamente 1/10.000 de milímetro. Se le ha usado para decorar con maestría obras de arquitectura, esculturas, artes, artesanías y muchos objetos cotidianos. Las técnicas del fino estiramiento del preciado oro es hoy la clave de la hoja de oro, que se produce principalmente en Kanazawa, prefectura de Ishikawa.
Matsumura Kenichi es un batihoja que se ha dedicado a crear pan de oro durante más de 40 años en Kanazawa. Nos comenta que “la habilidad es otra palabra para la paciencia”: producir pan de oro requiere perseverancia, algo que implica repetir una y otra vez un mismo proceso.
Una técnica llamada entsuke, con una tradición de más de 400 años en Kanazawa, se caracteriza por usar un papel especial para batir láminas a fin de martillar y estirar el pan de oro. Se dice que la calidad de ese papel determina el grado final del pan de oro, por lo que los artesanos dedican mucho tiempo a prepararlo. El washi (papel japonés tradicional hecho a mano) fabricado con una mezcla de tierra especial bañada en lejía de paja u otro medio, se drena y se vuele a mojar. Este ciclo se repite numerosas veces. Cuando queda listo el papel para estampar láminas, su superficie es la quintaesencia de la suavidad y es ideal para estirar el pan de oro.
La experiencia acumulada del artesano y sus técnicas son indispensables para martillar un pan de oro con un espesor tan delgado que es translúcido.
En el siguiente paso es cuando el artesano demuestra su habilidad al aplanar el pan de oro a un espesor sorprendentemente fino. Corta y divide el pan de oro que ya ha sido aplanado a máquina, inserta cada pieza entre 1.800 hojas de papel para batido de láminas y las martilla con una máquina durante aproximadamente medio día. Posteriormente, transfiere cada hoja de oro individualmente a otro papel de batido y continúa aplanándolas un poco más con una máquina. El batihoja depende de su intuición durante las largas horas que dedica a golpear a máquina el pan de oro hasta este espesor extremadamente delgado. Su labor concluye cuando las recorta finalmente en cuadrados de un tamaño predeterminado de 109 milímetros.
Matsumura nació en Kanazawa y su difunto padre, que también era batihoja, lo entrenó para que perfeccionara el oficio. Reflexionando en sus días de formación, nos comenta: “En el mundo del oficio hereditario no hay manuales escritos. En ese entonces, nos pedían forjar nuestras habilidades a través de la observación. Aprendí mirando sobre el hombro de mi padre e imitándolo para que mi cuerpo absorbiera las técnicas”.
Con ternura en sus ojos, continúa: “El pan de oro siempre se ha producido en el mundo, y continúa produciéndose, pero el de Kanazawa refleja la luz con suavidad y tiene una calidez excepcional”.
Actualmente, Matsumura hace esfuerzos para legar su oficio a la próxima generación. Infundido con el enorme entusiasmo de los batihojas, el resplandor del pan de oro nunca se desvanecerá.
*En diciembre de 2020, las “Competencias, técnicas y conocimientos tradicionales vinculados a la conservación y transmisión de la arquitectura de madera en Japón” quedaron inscritos en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. Esta categoría incluye el pan de oro entsuke.
2. El cuadernillo de papel en el que se inserta el pan de oro se envuelve en cuero y se martilla con una máquina.
3. Después de transferirlo a otro cuadernillo de papel para batir láminas, se le adelgaza aún más con un martillo mecánico.
Matsumura Kenichi, batihoja tradicional de Kanazawa
Con el propósito de legar las habilidades que heredó de su padre, Matsumura estableció la Asociación para la Preservación de las Técnicas Tradicionales de Producción de Pan de Oro de Kanazawa. Como presidente de la entidad, se esfuerza por compartir y preservar el pan de oro entsuke para las futuras generaciones, contando con la colaboración de su segundo hijo, Noriyuki, que también es batihoja. Ha recibido numerosos galardones, incluyendo el Premio al Estímulo de las Habilidades del Consejo de Promoción de la Industria Tradicional de la Prefectura de Ishikawa, en 1989, y el Premio del Comisionado de Asuntos Culturales de la Dirección de Asuntos Culturales de Japón, en 2019.