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2020 NO.29

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Recorriendo JapónRecorriendo Japón

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Donde la gente,
la historia y la naturaleza se unen entre sí

Nikko

Nikko, famoso por sus santuarios y templos declarados patrimonio de la humanidad, es un lugar de belleza escénica rodeado por una exuberante naturaleza.
Le recomendamos dar un paseo por su paisaje urbano lleno de cuestas mientras escucha cómo brota el agua cristalina de sus arroyos.

La puerta Yomeimon, en el santuario Nikko Toshogu, es un símbolo de Nikko

Esculturas de dragones blancos sobre la puerta Yomeimon

La ciudad de Nikko, situada en el noroeste de la prefectura de Tochigi, recibe cada año a más de 10 millones de visitantes japoneses y extranjeros.
La diferencia de altitud en Nikko es enorme, oscilando desde los 200 a 500 metros en el área urbana hasta 2,578 metros en el monte Shirane, el más alto de la cordillera de Nikko. Por esa razón, la floración de los cerezos y el cambio de color de las hojas en otoño van sucediendo de manera progresiva, lo cual permite disfrutar de vistas de cerezos en flor y coloración de hojas otoñales durante largos períodos de tiempo en diferentes lugares de la ciudad de Nikko.

Avenida de Cedros de Nikko

La Avenida de Cedros de Nikko es un lugar donde se puede disfrutar la sensación de verse transportado al pasado remoto pese a que se encuentra en un área urbana. La integran tres carreteras (la carretera de Nikko, la carretera Reiheishi y la carretera Aizu-Nishi) flanqueadas por unos 12,000 gigantescos cedros a lo largo de una distancia combinada de aproximadamente 37 kilómetros. Se halla registrada en el Libro Guinness de los Récords Mundiales como la avenida arbolada más extensa del mundo. Incluso hoy en día, unos 400 años después de haberse plantado los árboles, las tres carreteras nos permiten percibir la respiración de los viajeros de épocas remotas mientras se dirigían al santuario Nikko Toshogu, considerado como el símbolo de Nikko.

Los Santuarios y Templos de Nikko constan de 103 estructuras religiosas del santuario Nikko Toshogu, el santuario Nikko Futarasan-jinja y el templo Nikkozan Rinnoji, así como los vestigios (paisajes culturales) que los rodean. Todo ello fue creado a través de la combinación de los sentimientos de la gente por la naturaleza y la construcción de los santuarios en la que se dispuso de la enorme riqueza y autoridad del shogunato Tokugawa (el núcleo del shogunato Edo, que Tokugawa Ieyasu fundó en 1603 y se mantuvo en el poder hasta 1868).
La puerta Yomeimon, espléndidamente decorada con hermosos colores, es lo que más llama la atención del santuario Nikko Toshogu. Fue construida en 1636 combinando la maestría de los mejores artesanos del metal y la laca de esa época. Uno de los placeres en el santuario Nikko Toshogu es descubrir la enorme cantidad de esculturas y pinturas de seres vivos. Hay más de 500 exquisitas esculturas de personas y animales.

Los tres monos sabios son una obra máxima pictórica japonesa que encarna el principio proverbial: “no ver, no hablar, no escuchar”.

Nemurineko (gato dormitando) en la puerta Sakashita-mon. Se dice que su imagen tomando una siesta bajo los rayos del sol, o nikko, simboliza el deseo de paz.

Cerca de la entrada a los Santuarios y Templos de Nikko, los visitantes se ven envueltos en una atmósfera antigua y al mismo tiempo moderna, teniendo como trasfondo numerosos edificios históricos, entre los que se encuentra un hotel de larga data fundado en 1873 como uno de los lugares pioneros para el alojamiento turístico de Japón, y tiendas de productos típicos que venden artesanías tradicionales de Nikko, óptimos como obsequio.

El "arroz con curry centenario" recrea el sabor tradicional de una receta secreta.

La historia del famoso hotel Nikko Kanaya deja sentir su presencia en la recepción.