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Otra faceta de Japón: Las chucherías y los dulces
La belleza y la tradición en la envoltura de los deliciosos dulces japoneses
Hojas de sasa, bambú, cáscaras de frutas, cajas de madera, papel japonés... Materiales naturales como estos se convierten en envolturas artesanas tradicionales que complacen a la vista y nos dan una idea de lo que hay dentro: deliciosos dulces.
Fotos de Kawakami Naomi
Materiales naturales para envolver
La corteza de bambú y las hojas de sasa se utilizaban tradicionalmente para ayudar a conservar la comida. Hoy en día nos aseguran una simple pero sabrosa experiencia al paladar.
La corteza de bambú se convierte en una envoltura resistente para los pasteles de arroz mochi. El azúcar moreno añade una dulzura suave y deliciosa y las castañas de cajú una textura crujiente. (Yakumo Mochi, de Chimoto)
Las hojas de sasa tienen propiedades antibacterianas. Aquí se emplean para envolver chimaki, elaborado por un establecimiento cuya tradición se remonta al siglo XVI. La selección de arriba muestra dos tipos diferentes: el translúcido, hecho de arrurruz, agua y azúcar, mientras que el otro tiene los mismos ingredientes pero se le ha añadido una pasta de frijoles a la masa. Los dos tipos tienen un exquisito y refrescante sabor, y están impregnados de la fragancia de las hojas de sasa. (Chimaki, de Kawabata Doki)
Esta gelatina mizu-yokan, hecha con una mezcla de pasta de frijoles, azúcar y agar-agar, se enfría para que adquiera una firme consistencia. Deslícela hacia afuera del tubo de bambú para disfrutar de su dulzura refrescante. (Chikuro, de Ponto-cho Suruga-ya)
Arriba: El jugo exprimido de yuzu (un cítrico) se mezcla con agar-agar (gelatina de algas) y se vierte en la cáscara, dentro de la cual se solidifica. Es una tentadora y aromática especialidad para degustar en el invierno. (Yu-kogori, de Murasaki no Wakuden)
Abajo: Una mezcla de agar-agar dulce y frijoles con sabor a miso colocada en conchas de almejas. Es un dulce ideal para el verano. Servidos en una cesta de bambú sobre hojas de ciprés japonés también resultan refrescantes a la vista. (Hamazuto, de Kame-ya Norikatsu)