2014 No.14

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Esplendor y brillo en la cultura japonesa

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El esplendor del mar:
las preciadas perlas japonesas

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Las perlas son tesoros del mar que han sido estimados a lo largo de los siglos por su delicado lustre. Las técnicas del cultivo de perlas se desarrollaron alrededor de finales del siglo XIX en Japón, y gracias a ello el país pronto comenzó a producir bellas perlas que causaron admiración en todo el mundo.

Colaboración: K. Mikimoto & Co., Ltd., Organismo de Promoción Pearl City Kobe, Asociación de Exportadores de Perlas de Japón, OSAL Hitotsubu-no-shinjyu y Comité Directivo del Museo de Perlas de Kobe
Fotos por cortesía de K. Mikimoto & Co., Ltd. ; Organismo de Promoción Pearl City Kobe y Comité Directivo del Museo de Perlas de Kobe

Un collar de Mikimoto hecho con perlas cuidadosamente seleccionadas, que refleja las excepcionales ventajas del entorno natural de Japón y de una depurada técnica.

Mikimoto Kokichi (1858-1954). Su éxito como la primera persona del mundo que logró cultivar perlas le valió el sobrenombre de “Rey de las Perlas”.

Perlas cultivadas para dar encanto a todas las mujeres del mundo

La perla se crea dentro del cuerpo de un molusco marino bivalvo, siendo la ostra perlífera akoya la más famosa por sus perlas. La perla crece alrededor de algún pequeño cuerpo extraño que haya entrado dentro de la concha, lo que hace que la ostra segregue una sustancia llamada nácar. El nácar se acumula capa por capa sobre el cuerpo extraño, convirtiéndose en lo que llamamos una perla.

Las perlas naturales recogidas en un entorno natural son muy poco comunes, tan poco comunes que en tiempos antiguos solo un número muy limitado de personas poseían perlas. La idea de que las perlas pudieran cultivarse era considerado como un sueño irrealizable, hasta que un japonés hizo ese sueño realidad: Mikimoto Kokichi, más tarde conocido como el Rey de las Perlas.

Kokichi encontró un modo de cultivar perlas semiesféricas en 1893, y en 1905 consiguió cultivar perlas casi perfectamente esféricas, abriendo el camino para la industria de las perlas cultivadas en todo el mundo.

Los anuncios publicitarios de los periódicos editados en inglés elogiaban los productos de Mikimoto durante el periodo que va de 1907 a la década de los 20.

Su método consiste en introducir un cuerpo extraño dentro de una ostra perlífera akoya para hacer que la ostra receptora haga una perla alrededor de ese cuerpo. ¿Cuál es la diferencia entre una perla cultivada y una natural? De hecho, la única diferencia radica en la manera en que el cuerpo extraño entra en la concha: en la perla natural es algo fortuito y en la cultivada se debe a la intervención humana. Cuando se sacan de la concha, tanto la perla natural como la perla cultivada, ambas son “perlas genuinas”, sin ninguna diferencia en absoluto.

Antes de que Kokichi realizara su descubrimiento, las perlas alcanzaban precios muy elevados en todo el mundo. Eran más caras que un diamante de tamaño similar. Solamente la gente que pertenecía a las más altas esferas de la sociedad, una reducida minoría, podía permitirse tener una. Kokichi es famoso por su declaración: “Voy a darles a las mujeres de todo el mundo la oportunidad de adornarse con perlas”. Y cumplió su promesa. Las perlas cultivadas con las técnicas que él desarrolló pronto empezaron a resaltar el encanto de mujeres de todas partes del mundo, y a mediados del siglo XX el suave brillo de las perlas embellecía muchos cuellos femeninos.

Una belleza sofisticada pero simple, gracias a un clima idóneo para el cultivo de perlas

Los factores clave para tasar el valor de una gema son el tamaño, el color, la forma y el estado en que se encuentra. En el caso de las perlas hay que añadir dos criterios más: maki (literalmente, “capas de envoltura”) y teri (“lustre”). El maki es el grosor de las capas de nácar alrededor del núcleo, mientras que el teri consiste en el brillo que se desprende desde el interior. Mientras más grueso sea el maki, más intenso será el lustre, con un correspondiente incremento en su precio.

Maki y teri son los factores que confieren a las perlas japonesas su valor. La recogida se realiza en noviembre y diciembre, cuando las temperaturas del agua del mar comienzan a bajar, creando las condiciones adecuadas para que la estructura cristalina se endurezca, formando finas capas de nácar. Cuando las capas se desarrollan de forma uniforme, la luz que llega a la perla crea un teri suave y profundo. Este sutil y a la vez fastuoso lustre es una característica de las perlas cultivadas de Japón, un país que tiene diferencias estacionales muy pronunciadas. Esta es la razón por la que las perlas japonesas están consideradas las mejores.

Kokichi mostró su trabajo en exhibiciones de todo el mundo. Este obi-dome (cierre decorativo para la faja de un quimono) se expuso en la Exposición de París de 1937.

El cierre de faja obi-dome podía usarse independientemente o en combinación con otros elementos, para desempeñar la función de broche, horquilla kanzashi, anillo u otra pieza de joyería. El ingenio de su concepto causó asombro en la gente de la época.

El cultivo de perlas en Japón está basado en las ostras akoya.

Criadero de perlas en Shima, prefectura de Mie, que fue establecido por Mikimoto Kokichi para cultivar perlas completamente esféricas y para la investigación.