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2014 No.14
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Esplendor y brillo en la cultura japonesa
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Las resplandecientes tradiciones artísticas de Japón
Escrituras, pinturas, artesanía, arquitectura…
Coloridas artes decorativas brillan en el corazón de la cultura japonesa.
De una conversación con Hidaka Kaori
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Caja con tapa de piedra para tinta, decorada con una pintura de ruedas flotando en una corriente de agua. Siglo XII. El artista de makie esparció polvo de oro sobre la laca húmeda para crear un fondo para la imagen, que está hecha de oro en combinación con sei-kin (una aleación de oro y plata) y nácar. Nombre de la caja: Katawaguruma makie raden te-bako. Propiedad del Museo Nacional de Tokio. (Foto por cortesía del Museo Nacional de Kioto)
Durante muchos años, una de las corrientes estéticas del arte japonés encontró la belleza en la supresión de la decoración y el cultivo de la simplicidad, empleando un arte monótono desprovisto de colores. Por otra parte, otra tradición mezclaba materiales preciosos como el oro y la plata con colores vibrantes, promoviendo el esplendor y la ornamentación.
Un arte resplandeciente para las escrituras budistas y la poesía waka
La utilización de oro para representar las esferas religiosas de lo sobrenatural de una forma decorativa es algo común en todo el mundo, y el budismo ciertamente no es una excepción. De hecho, un sutra afirma que una luz irradiaba de Buda. En Japón, comenzando en el periodo Heian (794-1192), algunas estatuas de Buda y el interior de algunos templos fueron decorados con oro. En China y otras partes de Asia Oriental, había textos budistas transcritos en caligrafía escrita con oro y plata, y en Japón esta práctica fue llevada mucho más lejos, empleando oro y plata para decorar muchos objetos.
A finales del siglo XII, la clase dirigente donaba textos con oraciones de sutras y obras de arte realizadas por nobles a las instituciones religiosas, como por ejemplo colecciones de poesía waka y rollos de pinturas, y estos con frecuencia estaban suntuosamente decorados. Podemos apreciar la sensibilidad artística de los nobles incluso a través de los rollos de pinturas con temas seculares que, al igual que las escrituras, a veces estaban decorados con oro y plata.
Haku-chirashi (“oro o plata dispersos”) era una de las técnicas decorativas más comunes de aquella época. Se cortaba pan de oro y plata en trozos de diferentes tamaños, se pulverizaba o se dividía con formas irregulares, y luego se colocaban sobre papel para crear un mundo místico de ilusión. Esta técnica pronto se aplicó también a las pinturas. Los artistas buscaban crear una belleza elegante, combinando la fastuosa brillantez del oro con el intenso tono blanquecino de la plata y con colores refinados.
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Muestra de la Colección Mitsune de poesía waka, decorada con haku-chirashi (“oro o plata esparcidos”). Esta obra, titulada Hongan-ji bon sanjuroku-nin kashu, probablemente se remonta al año 1112. Propiedad del templo de Hongan-ji.
Matices lúdicos que juegan con la realidad
Las pinturas chinas y occidentales generalmente intentaban alcanzar el realismo, buscando representar las cosas como eran en la realidad. En un tiempo, el arte japonés se vio fuertemente influido por China, pero finalmente tomó una dirección muy diferente. En vez de intentar expresar ideales elevados a través de una representación fiel de la realidad, los artistas japoneses desplegaban un espíritu lúdico en los elementos del diseño y en efectos agradables a la vista.
Por ejemplo, las pinturas con tinta de los paisajistas chinos resaltaban la aspereza de los entrantes y salientes de las rocas y la naturaleza escarpada de los precipicios, mientras que las pinturas japonesas tendían a evitar las sombras y las diferencias de matices a la hora de representar los desniveles del terreno, y por el contrario representaban la topografía como una superficie plana que se decoraba con materiales suntuosos, incluyendo oro y plata. Algunos de los grandes biombos creados en Japón a principios del siglo XVI estaban cubiertos con gran cantidad de pan de oro. Esto provocaba la pérdida de profundidad y algo de efecto estereoscópico, pero por otro lado alcanzaban una forma original de expresión a través de una excepcional composición de flores, árboles, animales y otros elementos.
Esta técnica, en la que se ignoraba intencionalmente la perspectiva, llevó a la creación de notables obras de arte decorativo. Esto muestra hasta qué punto la sensibilidad artística japonesa era muy diferente del enfoque que adoptaban las pinturas chinas.
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Algunas de las historias que leía la aristocracia estaban ilustradas de forma muy elaborada. Esta escena, de un rollo de pintura titulado Ise monogatari emaki shodan, data de finales del siglo XIII o de principios del siglo XIV. Propiedad del Museo Conmemorativo de Arte Kuboso, ciudad de Izumi.
Una inclinación por el brillo a lo largo de la historia de las artes decorativas japonesas
Las técnicas de decoración del makie combinan la laca con polvo esparcido, normalmente polvo de oro o de plata. Esta artesanía tradicional japonesa de objetos lacados comenzó en el siglo VIII y evolucionó a través de varias fases de desarrollo. Raden zaiku (incrustaciones de nácar), que utiliza trozos irisados de conchas de moluscos, también puede verse en otras partes del mundo, pero, curiosamente, en Japón las incrustaciones se combinaban con makie para lograr un efecto todavía más exuberante.
El pan de oro que se usaba en algunas de las pinturas japonesas de la época era tan fino que la cantidad de oro que se empleaba era sorprendentemente pequeña. Por otro lado, las partículas del polvo de oro que se utilizaba para el makie eran mucho más gruesas que el pan de oro, y por lo tanto para crear cualquier superficie de makie tenía que emplearse mucho más oro. Esto explica por qué el oro del makie transmite una impresión de solidez.
A principios del siglo X, la cultura de la nobleza daba preferencia al makie y a las incrustaciones de nácar para embellecer la vida de los potentados, tal como puede verse en diversos muebles y adornos arquitectónicos, entre otras cosas. Más tarde, cuando la clase guerrera asumió el poder en el periodo Kamakura (1192-1333), los dramáticos fondos decorativos de makie se hicieron aún más opulentos con abundante pan de oro.
Wabi y sabi son valores culturales que surgieron a partir de la ceremonia del té en el siglo XVI. Estos valores idealizaban la sencillez y la tranquilidad, en contraste con la opulencia de la aristocracia. Aunque los conceptos de wabi y sabi se desarrollaron hasta convertirse en una influyente escuela estética, ciertamente los japoneses no abandonaron su inclinación por el brillo. Por ejemplo, los efectos ornamentales promovidos por la escuela rinpa de Ogata Korin (1658-1716) prevalecieron de forma creciente en el periodo Edo (1603-1867).
Los valores estéticos actuales en Japón se inclinan hacia un diseño atrevido e innovador y sensaciones agradables, y en este contexto la estética “kawaii” (“lindo”) domina la cultura pop. La tradición japonesa de la decoración fastuosa pervive todavía en nuestros días.
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Las flores que aparecen sobre el fondo dorado de este extraordinario biombo pueden describirse como “audaces y a la vez sencillas”. De Ogata Korin, un maestro de la escuela rinpa. Este biombo es la parte derecha de dos biombos emparejados. Título del biombo: Kakitsubata-zu byobu. Siglo XVIII. Propiedad del Museo de Nezu.
Hidaka Kaori
Profesora del Museo Nacional de Historia Japonesa (División de Museología). Está especializada en la historia del arte de objetos lacados, especialmente en makie, y en las artes ornamentales japonesas. Entre sus obras se encuentra Nihon Bijutsu no Kotoba Annai (“Una guía de la terminología del arte japonés”).