niponica es una revista Web que presenta el Japón moderno a la gente de todo el mundo.
2019 NO.25
Urushi, el arte decorativo Japonés
Belleza creada a partir de fuerza y delicadeza
Un negro que da sensación de luz
Una belleza con contradicciones inherentes
El urushi es la savia que se extrae del árbol de laqueado japonés (toxicodendron vernicifluum). Se trata de un barniz natural y adhesivo que cuenta con una gran tradición de uso en Japón, remontándose a más de 7000 años.
La cultura de laqueado con urushi sigue en boga desde la antigüedad. Ya entonces se consideraba que mostraba un profundo sentido de la belleza y la sensibilidad artística. Más adelante, durante el periodo Nara (siglo VIII) se comenzó una fase nueva. Fue cuando nació el maki e (laqueado urushi que utiliza polvo de oro o de plata en las decoraciones), una técnica que representa el arte japonés del urushi. Durante el periodo Heian, (siglos VIII-XII), se desarrolló el maki e, principalmente en Kioto, que en aquel momento era la capital; y, durante el periodo Kamakura, (siglos XII-XIV), se consolidó su técnica elemental. A partir del periodo Muromachi (siglos XIV-XVI) se crearon muchas piezas famosas, y durante el periodo Edo (siglos XVII-XIX), el maki e alcanzó la cumbre a nivel técnico.
A finales del siglo XVI, a Japón llegaron misioneros portugueses y españoles que se llevaron maki e a sus países de origen. Cuando la gente vio los shikki, se quedaron prendados de su misteriosa negrura y del brillo del oro, ya que no se parecía a ninguna otra pintura europea. En el siglo XVIII se le conocía como “laca japonesa”, y los objetos decorados de esta manera eran muy apreciados. A pesar de la interminable profundidad del negro, algunos rincones daban sensación de translucidez. El urushi, que combinaba estos dos elementos a priori tan contradictorios, fascinaba a los pueblos de toda Europa. Poco a poco surgió un movimiento para imitar a los shikki japoneses utilizando una pintura sustitutoria. En España se les llamó “japanning”.
De hecho, el urushi solo se puede obtener en la zona climática del monzón. Los shikki se fabrican en varios países fuera de Japón, desde el Este hasta el Sudeste Asiático, pero los shikki japoneses muestran una belleza sin parangón. El secreto radica en las características del urushi de Japón, que se solidifica con un acabado brillante que presenta un hermoso brillo, y en el nivel de atención al detalle que los japoneses prestan a su artesanía. El urushi, cuyas propiedades difieren sutilmente de una estación a otra, se recoge con cuidado y se selecciona para su uso, con el objetivo de aplicar el urushi idóneo para cada proceso o técnica expresiva. Los shikki, unos objetos preciosos y duraderos, se fabrican utilizando estos materiales y estas técnicas.
Las técnicas decorativas de urushi maduraron gradualmente hasta el período Edo, pero luego, durante el período Meiji (siglos XIX-XX) los caprichos del azar hicieron que todo cambiase repentinamente. Tras la caída del sistema feudal del shogunato, los artesanos perdieron a sus mecenas. Además, con la apertura de Japón a Occidente, comenzaron a introducirse ciertos valores occidentales, como la distinción entre “bellas artes” y “artes decorativas”. En Japón, el Kogei (la artesanía japonesa), incluyendo los shikki, siempre había sido "arte" en sí mismo; sin embargo, en esta coyuntura, Kogei se convirtió en un concepto inferior a las "bellas artes".
Sin embargo, el urushi Kogei sobrevivió incluso tras esto. Las habilidades que demostraban los artesanos de urushi que habían servido al shogunato y a la Casa Imperial fueron protegidas por la “Universidad Nacional de Bellas Artes de Tokio” (actualmente conocida como la “Universidad de Bellas Artes de Tokio”), la primera institución japonesa dedicada a formar artistas. Aquí las habilidades continúan perfeccionándose, y ahora llegan hasta nosotros desde su culmen.
Mientras tanto, los artesanos de las zonas locales de producción de shikki (áreas que se formaron como resultado de la industria promovida por los señores daimyo de cada uno de los dominios feudales del período Edo) lucharon contra el cambio de valores que se estaba produciendo y se opusieron a la ola de mecanización, pero al mismo tiempo siguieron creando esos productos con tan vivo color. Gracias a ello, hoy en día los shikki siguen formando parte del estilo de vida japonés.
La cultura del urushi sigue viva en materia y en espíritu cubriendo todo lo bello, desde objetos normales y corrientes hasta los productos más refinados; y en los últimos años, el Kogei ha sido reevaluado, de manera que ahora también se considera “arte”.
Los japoneses llevan creando shikki desde hace siglos e imbuyendo esos objetos de su espíritu. Si un objeto se rompe, se repara con urushi y se sigue utilizando con cuidado durante generaciones. Es asombroso que los shikki de hace miles de años que se desenterrados de las profundidades puedan conservar ese color y brillo tan vivos.
El urushi cuenta con unas propiedades de resistencia alcalina y al ácido, por lo que solo los shikki pueden permanecer intactos en el suelo ácido de Japón, donde la mayoría de las cosas se pudren.
A pesar de su resistencia, los shikki se degradan al ser expuestos a rayos ultravioleta, y volverán a unirse a la madre tierra en el transcurso de varios cientos de años. Hoy en día, mientras se hace patente el problema de los microplásticos, cabe destacar que, en cuanto a iniciativas ecológicas, los shikki tienen la extraordinaria cualidad de estar compuestos de un material que respeta el medio ambiente.
La cultura del urushi se ha transmitido utilizando materias primas de Japón, y a través del espíritu único de los japoneses. Se trata de algo singular que ningún otro país puede imitar, y que sin duda vale la pena proteger con mimo y transmitir a futuras generaciones.
Murose Kazumi
En 1976 completó su especialización en arte urushi por la Escuela Superior de Artes de la Universidad de Bellas Artes de Tokio. Además de presentar obras tanto en Japón como en el extranjero, Murose también ha estado implicado en la conservación del arte y de las propiedades culturales del urushi. En 1991 abrió el Instituto Mejiro de Investigación y Restauración de Urushi. En 2008, Murose fue reconocido como el titular de los Bienes Culturales Intangibles de Japón ("Tesoro Nacional Vivo") de maki-e. En el mismo año, recibió la Medalla de Honor de la Cinta Morada. Sus libros incluyen "Urushi no bunka" (publicado por Kadokawa solo en japonés) y "Maki-e Urushi: Murose Kazumi sakuhinshu" (publicado por Shinchosha en japonés e inglés).