2016 No.19

Japón y su amor por las cuatro estaciones

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Japón en las cuatro estaciones
Viajes al paraíso de las flores

Texto: Sasaki Yukitsuna

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Fotos: amanaimages Inc.

Las flores en la antología poética Man’yoshu

El Man’yoshu, la antología de poesías waka más antigua de Japón, compilada en el siglo VIII, contiene unas 4.500 poesías. Aproximadamente en 1.500 de ellas, o sea una tercera parte del total, aparece el nombre de alguna especie vegetal. Puede decirse que el libro está literalmente plagado de plantas. Estos nombres se encuentran, por supuesto, en poesías sobre las estaciones, pero también en las que tratan temas del amor, de la muerte, de viajes y de celebraciones, entre muchas otras.

También es notable su variedad. En el Man’yoshu aparecen unos 160 nombres de vegetales, de los cuales alrededor de 50 corresponden a flores. No debe de haber muchas personas capaces de enumerar, de buenas a primeras, los nombres de 160 plantas o 50 flores. Seguramente no existe en el mundo otra antología poética que contenga tal cantidad de denominaciones vegetales.

¿Por qué habrá nacido tal libro en Japón? Este país tiene cuatro estaciones bien diferenciadas: en la primavera surgen los nuevos brotes y las hojas jóvenes, y el otoño nos brinda paisajes de vivos colores. Además, en cada estación florecen muchas plantas distintas. Con este trasfondo, los japoneses siempre han disfrutado de las flores, ya sea a través del arreglo floral ikebana o vistiendo kimonos con motivos florales.

En Japón existe desde tiempos antiguos un género de waka dedicado al tema de las estaciones. La gente solía reunirse en grupos para disfrutar componiendo, por ejemplo, poesías inspiradas en la primavera, si esa era la estación actual. Era común incluir en las obras el nombre de flores específicas, como por ejemplo las del ciruelo o el cerezo. Aparentemente, a partir de esta costumbre los japoneses adquirieron la capacidad de recordar los nombres de muchas plantas y flores.

Por añadidura, al hacer un regalo a alguien, se solía entregar también flores y una poesía waka sobre el tipo de flor escogido. Es fácil imaginar que esto haya hecho proliferar las waka con temas florales y la variedad de flores que aparecen en ellas.

La flor más frecuente en la antología Man’yoshu es la del hagi, también llamado trébol japonés, que florece en otoño. Es motivo de unas 140 poesías. Le sigue la flor del ciruelo o ume. Esta es una flor relativamente nueva en Japón, que se importó en los tiempos del Man’yoshu y se hizo popular entre los aristócratas. En la antología se le dedican unas 120 poesías. En tercer y cuarto lugar se ubican, respectivamente, las flores de la tachibana (un cítrico silvestre) y del cerezo.

Resulta interesante mencionar que tanto la flor del hagi como las del ciruelo, la tachibana y el cerezo son de pequeño tamaño. En el japonés antiguo existía la expresión kuwashi, utilizada para elogiar la belleza de lo pequeño. La peculiar sensibilidad de los japoneses reflejada en esa palabra explica que flores de escaso tamaño hayan acaparado los cuatro primeros puestos.

No querríamos dejar pasar la oportunidad de presentar, al menos, una poesía waka sobre las flores del cerezo.

Compuesta por Fujiwara no Asomi Hirotsugu al obsequiar unas flores a una muchacha:

Muchos son los sentimientos
y las palabras a ti dedicadas
que esta rama florida oculta;
no la trates con desdén. (Vol. 8, 1456)

Es una poesía de amor. Como explica la introducción, un hombre la obsequió a una mujer junto con una rama de cerezo en flor. Invitamos al lector a imaginar a estos japoneses de hace 1.300 años, que regalaban a su ser amado flores y poesías inspiradas en ellas.