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2016 No.19
Japón y su amor por las cuatro estaciones
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Las cuatro estaciones en el arte
Texto: Noguchi Takeshi Conservador en Jefe, Departamento de Conservación, Museo Nezu
Fotos: Museo Nezu
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Shiki kacho-zu byobu (“Flores y aves de las cuatro estaciones”) Kanõ Motonobu Japón Siglo XVI (período Muromachi) Colección del Museo Nezu
Las cuatro estaciones y la cultura japonesa
Cualquier lugar del mundo está sujeto a cambios climáticos anuales. Sin embargo, en Japón, por encontrarse este país en una latitud central y verse fácilmente afectado por las masas de aire generadas en el mar y en el continente, los cambios producidos por el paso de las estaciones son especialmente marcados y dan lugar a una gran riqueza de atractivos naturales en cada temporada.
Esta característica del archipiélago nipón llevó, naturalmente, a que la cultura del país reflejara fielmente los cambios estacionales. Esto se aplica, por supuesto, a la cocina japonesa o washoku, registrada en 2013 por la Unesco como patrimonio cultural intangible de la humanidad, pero también a disciplinas como la poesía japonesa tradicional waka. Baste mencionar que, desde los tiempos de la antología Kokin wakashu (terminada de compilar en el año 905, durante el período Heian), al comienzo de las colecciones de waka suele incluirse una lista de poesías clasificadas por la estación del año en que se inspiran.
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Susuki ni uzura-zu (“Codorniz y pastos plateados chinos”) Ogata Kenzan Japón 1743 (período Edo) Colección del Museo Nezu
Pinturas de las cuatro estaciones y de los doce meses
Las estaciones también se convirtieron en un tema importante del arte japonés. Según consta en registros históricos, en el mismo año en que terminó de compilarse el Kokin wakashu se creó un biombo con motivos de las cuatro estaciones. Esto también coincide, curiosamente, con el período en que nació la yamato-e o pintura vernácula de Japón, inspirada en temas del país, en contraposición con la kara-e, basada en motivos chinos. Desde entonces, los biombos yamato-e del período Heian se decoraron principalmente con imágenes, llamadas shiki-e, que reflejaban las cuatro estaciones, o bien con pinturas tsukinami-e, que reproducían celebraciones y otras escenas típicas de los doce meses del año.
En 1214, a comienzos del período Kamakura, el aristócrata y poeta Fujiwara no Teika escribió poesías waka sobre las flores y las aves de los doce meses del año, para su uso como modelo de pinturas, fundamentándose en la tradición tsukinami-e de la era Heian. Posteriormente, en el período Edo, las junikagetsu kacho-zu o pinturas de flores y aves de los doces meses, basadas en las poesías de Teika, se hicieron extremadamente populares gracias a un sentimiento generalizado de añoranza por la cultura aristócrata del período Heian.
La obra Susuki ni uzura-zu (Codorniz y pastos plateados chinos), de Ogata Kenzan, era la imagen correspondiente a septiembre entre las doce incluidas en un álbum del género junikagetsu kacho-zu. El sencillo estilo de Kenzan, ceramista de profesión, transmite admirablemente la atmósfera lánguida del otoño.