niponica es una revista Web que presenta el Japón moderno a la gente de todo el mundo.
2015 No.16
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Recorriendo Japón
La prefectura de Wakayama está situada hacia el sur, en el centro de la principal isla de Japón, Honshu, y los montes Kii han sido allí venerados desde la antigüedad. En lo alto de la cadena montañosa, la zona conocida como monte Koya (elevación de unos 900 metros, lugar reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO), ha venido siendo considerado un lugar sagrado para el budismo japonés durante 1.200 años, desde que el sacerdote Kobo Daishi (Kukai) fundara allí un centro monástico de la secta esotérica shingon en el año 816.
Toda el área del monte Koya está considerada como un lugar de oración; 117 edificios religiosos se dispersan dentro del complejo de templos, siendo el más venerado el templo de Kongobu-ji. Entre estos edificios religiosos, el punto en el que Kobo Daishi estableció su primer centro monástico se denomina Danjo Garan, y allí puede usted ver pagodas y pabellones de los templos cuya arquitectura refleja conceptos esotéricos. Pasee bajo la puerta Chu-mon y el primer edificio significativo que llamará su atención es Kondo, el “Pabellón Dorado”, donde tienen lugar diversos rituales religiosos. A su lado se levanta Konpon Daito, la gran pagoda central de 48,5 metros de altura que constituye el símbolo del monte Koya. En el interior, sobre los pilares y muros, se extienden ilustraciones de Buda y santos bodhisattvas, formando un mundo con la imaginería del mandala en tres dimensiones que representa el despertar espiritual al que se accede a través de las prácticas de Buda. Cuando la pagoda se ilumina por la noche, se proyecta un aura hacia el cielo que es verdaderamente impresionante.
En toda la zona del monte Koya, el lugar considerado más sagrado dentro del complejo es Okunoin, la ubicación del mausoleo en el que el fundador del templo, Kobo Daishi, se dice que aún hoy sigue en meditación. La gente lo considera virtualmente con vida, extendiendo aún sus manos para ayudar a los necesitados, y perciben que este lugar les da la ocasión más directa de venerarlo. Dos veces al día se le lleva allí comida en el ritual llamado Shojingu. El camino de los peregrinos a Okuno-in está rodeado de cedros de varios cientos de años de edad, que le confieren un ambiente místico.