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NIPPONIA No.32 15 de Marzo de 2005
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Reportaje Especial*
Durante el periodo de los Estados de Guerras (1467-1568) la guerra civil se extendió por el país y los ceramistas de Seto emigraron hacia el norte, hacia las montañas de Mino (en la actualidad, sur de la Prefectura de Gifu). Allí fueron pioneros de nuevos estilos propiamente japoneses, representados por las cerámicas de Kiseto, Seto-guro, Shino y Oribe.
Fue precisamente en este tiempo cuando la ceremonia del té comenzó a contar con muchos seguidores. La costumbre de beber té procedió de China durante el siglo XII, y alrededor del siglo XVI estaba de moda hacer reuniones basadas en la ceremonia de servir el té. Los maestros del té introdujeron la sensibilidad artística en diferentes disciplinas estéticas.
Los tonos de la cerámica Mino, amarillos, blancos, negros o verdes muestran la influencia de las cerámicas china y coreana, pero las formas asimétricas y abstractas representan un estilo original. La ceremonia del té creó la necesidad de crear tazón de diseño, así como platos, portadores de incienso, jarrones, portadores de velas, etc., representando valores estéticos japoneses.
Con el periodo Mamoyama (finales del siglo XVI) se puso fin a la guerra civil y con ello se unificó Japón y se alcanzó la perfección en la ceremonia del té. Fue una época de notables transformaciones en la cerámica japonesa. Toyotomi Hideyoshi lanzó una campaña militar contra la Península de Corea, lo que dio oportunidad a los samuráis entusiastas de la ceremonia del té de traer a Japón artículos de cerámica coreanos y construir hornos. Se establecieron muchos nuevos centros de producción - Karatsu, Agano, Takatori y Satsuma - en diversas partes de Kyushu y en Hagi. Karatsu fue el más destacado en cuanto a variedad y producción - taza de té y jarrones de flores, así como muchos artículos de la vida cotidiana se produjeron a lo largo de todo el país.
La porcelana apareció en Japón a comienzos del siglo XVII, cuando los ceramistas coreanos comenzaron a elaborarla. Esto fue un hito importante en la creación de la cerámica japonesa. Poco después, se descubrió un tipo de arcilla para porcelana llamada kaolín en Izumiyama, en Arita, Kyushu, y demostró ser ideal para elaborar un tipo de porcelana ligera y resistente. Rápidamente se extendió por todo Japón, con sus ilustraciones azuladas sobre fondos blancos y su característico estilo. Dado que se transportaba desde el cercano puerto de Imari, se hizo famosa como cerámica Imari. En los primeros días la influencia de la porcelana coreana era evidente, pero no tardó mucho hasta que se importaron cantidades importantes desde China y fue bien estudiada por los artesanos japoneses. Esto impulsó de manera notable la cerámica del país. Un artesano, Sakaida Kakiemon, inventó la forma de añadirle suaves tonos anaranjados, lo que conllevó extraordinarias ilustraciones, acentuadas por fondos blancos lechosos.
La realeza europea y la nobleza, encantada con la belleza del arte oriental, rivalizó por poseer las mejores piezas de Imari. Muy pronto, artesanos de Meissen (Alemania), Delft (Holanda) y otros lugares de Europa comenzaron a copiar la cerámica de Imari, incluyendo los artículos de Kakiemon. Esta fue la edad de oro de la cerámica japonesa.
En el Kioto del siglo XVII, Nonomura Ninsei desarrolló su propio estilo - diseños majestuosos que se podría esperar de una ciudad imperial y una nueva fantasía coloreada. Ogata Kenzan, Okuda Eizen y Aoki Mokubei expandieron este refinado mundo de cerámica Kyo, sentando las bases de la actual cerámica Kiyomizu.
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En 1800 se produjo un bun de la industria cerámica en todo el país. El estilo barnizado rojo gosu-akae, así como el shonzui y otros diseños de finales de la dinastía china Ming gozaron de gran popularidad que se mantiene en la cerámica de mesa japonesa actual.
La cerámica elaborada en Japón ha sido mostrada en grandes exposiciones internacionales de París a finales del siglo XIX, dando otra gran oportunidad a Satsuma y Kutani de influenciar a los artesanos europeos. El apasionamiento por los artículos japoneses influyó muy pronto la evolución del art nouveau.
Este desarrollo de la cerámica japonesa muestra la gran influencia de la Península Coreana y China, pero muestra de igual forma cómo la sensibilidad y las formas de vida de Japón promovieron la creación de un arte e industria propios.
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