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NIPPONIA No.31 15 de Diciembre de 2004
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Vivir en Japón
Los violines chinos abren la puerta a una nueva experiencia
Wang Xiaofeng
Texto: Takahashi Hidemine
Fotos: Akagi Koichi
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Wang Xiaofeng y su familia viven en una casa en Tokio. Su hijo mayor, de tres años, ha comenzado ya a aprender a tocar el kokyu (violín tradicional chino).
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“Cuando toco, el violín parece traducir exactamente mi estado de ánimo. No suena bien si yo no me encuentro al cien por cien. Por ello, debo concentrarme y practicar mucho”.
Wang Xiaofeng toca el kokyu, un violín tradicional de China. Se encuentra atareado la mayor parte del día, interpretando, enseñando kokyu a los alumnos japoneses y preparando las actuaciones y sus clases. “En un principio no vine a Japón para trabajar de violinista”, nos dice sonriendo.
Wang habla un excelente japonés. En los comienzos trabajó en hostelería, primero en China y después en Japón, aunque terminó por el azar del destino como profesional del violín tradicional chino.
Nació en Beijin hace 36 años. Su padre tocaba el violín chino con un grupo que actuaba en el este del país y su madre era profesora universitaria, lo que situaba a su familia entre la élite de la sociedad. Desde muy temprana edad Wang se vio relacionado con el violín chino, pero confiesa: “Todo lo que deseaba en aquel tiempo era divertirme”. En los tiempos de la enseñanza elemental y después en la secundaria su objetivo era pasarlo bien, no tocar el violín o ponerse a estudiar un libro. Tras el bachillerato comenzó a trabajar en un hotel. En esos momentos, su madre se encontraba muy atareada con un proyecto de investigación de tres años en una universidad japonesa.
Nos sonríe cuando nos dice: “Mamá me dijo de venir a Japón y aprender que el mundo es algo más que un puñado de cerezas. Pensó que me daría seriedad y disciplina. Entonces yo tenía 18 años y tenía la cabeza llena de chorlitos y sólo pensé que tendría la oportunidad de ver el Monte Fuji y montarme en el tren bala”.
“Pero quedé sorprendido una vez que llegué y vi lo duro que tenían que trabajar los japoneses para vivir. Eran muchos los que se tenían que levantar temprano y tomar el tren para ir a trabajar. Tenía que admirarlos - era ese esfuerzo lo que hacía que se mantuviera la fuerza de Japón”.
Tal como su madre había pensado, Wang se convirtió en un nuevo hombre. Se matriculó en una escuela para aprender japonés, estudio duro y después entró en la facultad de letras de la Universidad de Chiba. En la actualidad, domina el japonés, incluidas las formas más correctas del idioma. “Aprendí mucho japonés viendo las series de samurais en la TV”.
“En mi segundo año de universidad salía con estudiantes japoneses y un extranjero comenzó a tocar el violín chino. Eso me transportó a mis tiempos de infancia y les pregunté si querían que tocara un poco para ellos. Fue como si de repente mi cuerpo recordara todo lo anterior. Cuando terminé, me aplaudieron, sentía que los japoneses allí eran muy felices mientrás yo tocaba y fue así como tomé conciencia del gran instrumento que es el kokyu”.
Tan pronto como pudo le pidió a su familia que le enviaran de China un violín y comenzó otra vez a practicar. Poco después se ofreció voluntario para tocar en centros de enseñanza elemental y en centros comunitarios. Cuando acabó sus estudios encontró trabajo en un hotel, pero la gente le seguía solicitando que tocara el violín chino, por lo que hace cuatro años dejó todo y comenzó a tocar el violín de forma profesional.
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Wang comienza a practicar temprano en la mañana y no lo deja ni un solo día. Nos comenta que el sonido varía dependiendo del clima.
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En la actualidad, vive con su esposa japonesa y dos niños. Conoció a su mujer trabajando en un hotel.
“Los japoneses son realmente considerados. Mis vecinos parecen no molestarse cuando practico. Me dicen cosas como ‘estaba muy sabroso el café mientras le escuchaba practicar’. Sin duda, Japón es un buen sitio para vivir”.
Wang también toca para el teatro Noh, añadiendo la melodía del kokyu a instrumentos como la flauta y los tambores japoneses. Esto crea una nueva forma de arte interpretativo, fundiendo las formas artísticas de China y Japón. Así mismo, divierte a los niños con canciones de los dibujos animados y para los ancianos toca canciones antiguas de niñez.
¿Cuál es su expresión japonesa favorita? “Ichigo ichie: cada momento en la vida es único y cada persona que conocemos es especial, por lo que hay que aprovechar cada momento a fondo. La música que surge del violín chino crea momentos de armonía, como la relación que se establece con la persona que acabas de conocer”.
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