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![]() Reportaje Especial*
Los balnearios japoneses han evolucionado hasta convertirse en lugares propicios para gozar del baño, degustando los productos culinarios locales, sus bebidas y todo ello con música amateur. En los años sesenta y setenta, años de bonanza económica, solían llegar a los balnearios grupos grandes, generalmente empleados de compañías que adquirían algún paquete turístico con el fin de confraternizar. Los altos beneficios empresariales generaron gran entusiasmo y se manifestaron en un aumento de visitas a estos lugares. Para alojar a estos inmensos grupos se crearon grandes complejos balnearios. Estos nuevos complejos ofrecían a los empleados la posibilidad de recuperar parte de la energía empleada en construir la economía.
Hoy día ha finalizado esa tendencia y los ryokan están en un continuado proceso de reestructuración. Los ryokan más pequeños, los que permanecieron en su tamaño durante las épocas de expansión, han vuelto a ser elegidos como los favoritos. Otra reciente tendencia de los ryokan es crear su particular ambiente interior - quizás transformando su mobiliario y haciendo, por ejemplo, que parezca un lugar turístico de Bali.
Supongo que los balnearios japoneses continuarán cambiando a lo largo de los siglos, adaptándose a los cambios de estilo de vida de su clientela. ¿Por qué deberían seguir apegados a las viejas tradiciones? Los balnearios están diseñados para gozar del baño y beneficiarse de las aguas termales.
Gozamos de un relajante baño antes de cenar y después regresamos a nuestro cuarto. Justo cuando comenzamos a sentir hambre, la camarera llegó con la cena, portada en pequeñas mesas zen. La cena seguro que podría hacer las delicias de cualquiera - vegetales silvestres y otros sabrosos productos de la zona, una cena típica en un balneario. Nos servimos un poco de saké en nuestras copas sakazuki y permanecimos un rato contemplando un cielo de muchos tonos de azul.
Tras la cena decidimos dar un paseo por la localidad. Los zapatos los habían colocado en un lugar apropiado, dejándonos en su lugar unos zuecos tradicionales de madera. El sonido de los zuecos fue música celestial para nuestros oídos. Nos cruzamos con grupos de paseantes como nosotros, vistiendo yukata de colores y diseños diferenciados. Ello seguro que es debido a que eran clientes de diferentes ryokan. La brisa nocturna de las montañas era un poco fresca, por lo que nos comenzó a apetecer un nuevo baño termal en el albergue.
Cuando regresamos a la habitación, la camarera ya se había llevado las pequeñas mesas zen de la cena y había colocado en el suelo nuestros futones. Recordé el momento en que nos comentó: la mayoría de nuestros clientes son jóvenes. No están muy habituados a comer y dormir sobre el tatami.
Yo no soy lo que se dice muy joven, pero estoy también acostumbrado a dormir en una cama y comer en una mesa alta. Por ello, encontré muy atractivo el ver como por arte de magia una habitación pequeña se puede transformar en un lugar para comer y dormir en el mismo espacio. Un balneario es un lugar para experimentar los tradicionales estilos de vida, incluso para un japonés.
Al día siguiente, la temperatura permanecía fantástica. Los rayos de la mañana se colaban a través de la ventana del baño, rebotando sobre la suave superficie del agua. Me levanté un poco aletargado, pero un chapuzón en el agua caliente me reanimó de los pies a la cabeza. Estoy seguro de que a usted le pasará lo mismo, en una de estas mañanas en las que pensará que la estancia de un día en un balneario merece la pena.
Tras sumergirme en las aguas termales, regresé a la habitación para encontrarme con el desayuno, ya habían retirado el futón. Mi percepción fue que un baño en una fuente termal equivale a una buena sesión de ejercicio, estaba sorprendentemente hambriento. El huevo ligeramente cocido, a la temperatura de la fuente, me sentó de maravilla.
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