El calzado tradicional japonés tiene dos raíces importantes, un tipo viene del sur de China y el Sudeste de Asia y se caracteriza por una tira que sale del frente de la suela. El pie se desliza hasta el frente y los dedos gordo y segundo se ajustan a la tira. Este diseño abierto es ideal para los climas cálidos y húmedos, además de ser fáciles de quitar y poner. El otro tipo de calzado está completamente cubierto, es casi como llevar unos zapatos.
Durante el periodo Yayoi, hace más de 2.000 años, los campesinos japoneses calzaban el tageta para evitar que los pies se hundieran en el barro cuando transplantaban las plantas de semillero de arroz. El tageta estaba hecho con plantillas mayores que el pie. Llevaba cuerdas para sujetar el pie, anudadas en agujeros de la plantilla. Se considera que el tageta es el antecesor del geta (zueco de madera), que se desarrolló más tarde.
Se ha descubierto calzado en tumbas del siglo sexto, de miembros de la clase dominante. El calzado era de planchas de metal, siguiendo el diseño de la península de Corea y llevaba muchos adornos, por lo que es evidente que no era para el uso diario. Más tarde, el calzado tuvo un uso ceremonial en los tribunales y en los templos budistas, así como en los monasterios sintoístas. Incluso hoy en día, la vestimenta tradicional ceremonial de los miembros de la Casa Imperial incluye calzado con adornos cincelados en madera. En la antigüedad también se utilizaron trajes y calzados de cuero. El calzado de paja trenzada fue introducido desde China alrededor del siglo octavo y pronto evolucionó hacia sandalias de paja, llamadas waraji, que eran más adecuadas para el clima y la costumbre de quitarlas antes de entrar en las casas.
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Los tageta eran utilizados en los campos de arroz hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Este tipo se llamaba oashi.
Un típico grabado en madera que muestra a un lugareño en algún momento después de 1750. La joven calza su pie desnudo con una geta y la criada le sigue calzando zori. Este dibujo se llama Ogi no Seiran (El Aire Fresco de un Abanico), y pertenece a las series Zashiki Hakkei, de Suzuki Harunobu.
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