Una compañía, llamada Yamaoka Seisakusho, diseña y fabrica moldes de metal y dispositivos utilizados para hacer semi-conductores. Los moldes tienen formas complejas con muy diferentes longitudes y curvas para encajar con un perfil en una placa de circuito, en la que se montarán los semi-conductores. Están hechos con las especificaciones exactas, un proceso que requiere de una gran precisión.

La tecnología de precisión de la compañía depende en parte de la mano humana. Durante el proceso final, un operador observa a través del microscopio la superficie de los moldes, puliéndola cuidadosamente con una herramienta abrasiva de diamante, que vibra por ondas supersónicas. Se utiliza la mano humana, porque sólo ella es suficientemente precisa para hacer bien el trabajo.

Yamamoto Nobuyuki, uno de los expertos en pulimento de moldes de la compañía, me confesó: “Este trabajo requiere una gran concentración y, a veces, hasta tengo que contener mi respiración. Hay que pulir el molde hasta que las irregularidades de su superficie midan menos de una milésima de milímetro.”

Los moldes son hechos a la medida y forma exacta solicitada por los clientes. El operador utiliza un gran número de herramientas de pulimento, elige la más adecuada para la forma de cada metal. No todas las herramientas están hechas de metal - me sorprendió ver que se utilizaban hasta pinchos de bambú y mondadientes de madera. Una vez que el molde se pule con una herramienta de metal, aún permanecen algunas protuberancias, que serán eliminadas de forma precisa con un material suave, no de metal, como el bambú o sauce. Yamamoto comenta que ya se hacía ese trabajo antes de que él conociera cómo utilizar materiales y herramientas poco comunes y sigue practicando esas técnicas.

Los técnicos llegan a apreciar rugosidades de tan sólo unas milésimas de milímetro, simplemente pasando la yema de sus dedos a través de la superficie. La mano humana sigue cumpliendo un papel vital en el desarrollo de las industrias de tecnología punta.