La ciudad de Saku se extiende en una llanura, a unos 700 metros sobre el nivel del mar, prácticamente en el centro de Japón. El Río Chikuma atraviesa por el medio de la ciudad. En las cercanías, se eleva el Monte Asama y a lo lejos se divisa la montaña de Yatsugatake. Este área rural de la Prefectura de Nagano es un paraje de hermosa naturaleza.

Los inviernos son fríos, con los termómetros cayendo hasta 15 o 16 grados centígrados bajo cero. Hasta los años sesenta, Saku tenía el índice más alto de infarto cerebral de Japón. Esto era debido a los fríos inviernos y a la excesiva ingesta de sal.

Para revertir esa tendencia, en 1971 el gobierno municipal introdujo un sistema que ofrece a los residentes consejos sobre cómo mantener una buena salud. Estos consejeros públicos de salud, la mayoría amas de casa, son reclutados por un periodo de dos años. Hay un consejero por cada 30 ó 50 hogares y trabajan en la comunidad con el objetivo de aumentar la conciencia en temas de salud. Han llevado a cabo multitud de campañas, como sugerir que en los hogares se mantenga por lo menos una habitación caliente durante los meses fríos y promover una dieta baja en sal. El índice de embolias cerebrales ha caído por debajo del promedio nacional. Continúan las actividades de prevención de enfermedades a través de la promoción de chequeos regulares, servicios médicos y consejos prácticos sobre salud.

Gracias a los esfuerzos, tanto de los ciudadanos como de las autoridades municipales, Saku cuenta ahora con la reputación de ser un lugar donde los ciudadanos viven una vida sana y longeva.

Ichikawa Chiyoko, que cumplirá 83 años este mismo año, es conocida en la ciudad por su extraordinaria salud y energía. Dirigió una tienda de material de oficina y equipos electrónicos hasta que se la pasó a su hijo. Pero incluso ahora sigue controlando la caja registradora todos los días de mediodía hasta las 7 de la tarde. Ella recuerda los precios de casi todas las cosas de la tienda y calcula rápidamente lo que deben pagar los clientes.

Nos sonríe diciendo: “El año pasado aprendí a nadar en el estilo mariposa. ¡Qué emoción!” En realidad, cuando comenzó a aprenderlo hace siete años no era capaz de dar una brazada, sin embargo ahora nada un kilómetro en la piscina de la localidad sin inmutarse.