Sólo un puñado de japoneses están verdaderamente inmersos en los escenarios internacionales y uno de ellos es Shiraishi Kojiro (36), un capitán de yate y aventurero que ha surcado todos los océanos de este planeta, consiguiendo la gloria y batiendo varios récords.

“La primer vez que deseé dar la vuelta al mundo fue cuando aún era un niño. No me importaba cómo hacerlo - en barco, avión o en cualquier otro medio de transporte. Por eso, tras acabar el bachillerato me enrolé en un centro de estudios especializado en pesca. Mi intención era clara, porque me enteré de que los alumnos de esa escuela navegarían a Hawaii como parte de sus prácticas. Fue allí donde supe con seguridad que deseaba dar la vuelta al mundo en yate”.

Sus estudios en el centro le proporcionaron conocimientos relacionados con los barcos, así como experiencias técnicas. Tras graduarse, entró de aprendiz con un famoso capitán de yate, Tada Yukoh, y aprendió a navegar durante varios años. Posteriormente, en 1993, a la edad de 26 años, Shiraishi estableció un nuevo récord como el navegante más joven en circunnavegar el mundo sin paradas y en solitario, sin aprovisionarse a lo largo del trayecto. Lo hizo en 176 días.

Esta hazaña le catapultó al mundo de la fama. Continuó participando en distintas regatas y aventuras y se inscribió en el premio Circunnavegación en Solitario 2002/03, una regata alrededor del mundo, en solitario, celebrada de septiembre de 2002 a mayo de 2003. Los competidores salieron de Nueva york, con paradas en Inglaterra, Sudáfrica, Nueva Zelanda y Brasil antes de su destino final en Newport, Rhode Island - una dura regata de unos 50.000 km. Shiraishi fue el más rápido en Clase II, categoría de yates de 40 pies.

“La gente me suele preguntar por qué me enrolé en una aventura en la que podía haber muerto en cualquier momento. Y no lo hice por aventura. Lo hice porque dar la vuelta al mundo en solitario es muy divertido. Mi objetivo simplemente es circunnavegar el globo y disfrutar con alguna de las cosas que nos ofrece el planeta. Es verdad, estoy sólo en el yate, pero me mantengo en contacto con mis colaboradores y amigos por e-mail, por lo que no me siento solo. En realidad, No siento que sea la única persona que está en el yate, porque la nave porta también las esperanzas y los sueños de todo tipo de personas. Yo deseo cumplir sus esperanzas y hacer realidad sus sueños.

“Me gustaría entrenar a jóvenes que sueñan con navegar algún día. Hay mucho que aprender sobre pilotaje de yates, desde uno mismo - resistencia, decisión, reflejos - hasta cómo trabajar en equipo... Deseo dar a los jóvenes una oportunidad de experimentar alguna de las cosas que yo aprendí y practiqué”.