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Foto izquierda: cada kimono doblado se envuelve en un tipo de papel grueso japonés y se coloca en una cómoda especialmente diseñada para ello. Gracias a sus líneas de sastrería rectas, los kimono se pueden doblar de forma rectangular y delgada, libre de arrugas y ocupando poco espacio.
Foto centro: El futón y otras ropas de cama se doblan y se colocan en el armario tradicional oshiire. En una habitación de tipo japonés, el armario es un lugar importante para guardar las cosas.
Foto derecha: Estos cojines zabuton de algodón se colocan sobre el suelo de tatami uno para cada persona. Hace tiempo se utilizaban los cojines redondos enza, tejidos con paja. El zabuton actual ha evolucionado a partir de ellos.
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En la actualidad se admiran como obras de arte los biombos enrollables, con sus deliciosas pinturas de diferentes motivos, pero hace años en realidad se utilizaban para dividir las habitaciones. Creaban espacios para las necesidades del momento, así como servían de decoración, por lo que eran muy apreciados en todas las casas. Cuando no se necesitaban, se podían enrollar y guardar.
Ese es otro ejemplo de cómo a lo largo de los siglos los japoneses consideraron el mobiliario como algo para ser utilizado y posteriormente doblado o apilado, y guardado hasta que surgiera de nuevo la necesidad. Esta perspectiva favoreció el desarrollo de muchos objetos que pueden hacerse pequeños para un fácil almacenamiento.
Por ejemplo, tomemos la excelente invención japonesa del abanico plegable sensu. A diferencia del abanico plano uchiwa, la variedad plegable se lleva fácilmente y apenas necesita sitio para guardar. Japón comenzó a exportar abanicos plegables a China alrededor del siglo XII y de allí se extendieron por toda Europa.
El kimono es ideal para doblar y guardar cuando no se necesita. Debido a su diseño de líneas rectas, al doblarlo queda bastante plano, pudiéndose meter varios en un cajón de la cómoda. Y también está el furoshiki, un trozo cuadrado de tela para envolver y portar cualquier cosa, desde una pequeña caja de dulces o una larga botella de saké hasta un gran futón. Cuando esta pieza de tela multi funcional no se usa, se dobla en tamaños reducidos, cosa que no se podría hacer con una bolsa.
Doblado, pequeño; abierto, grande. Esta maravillosa idea japonesa tiene muchas aplicaciones en alta tecnología. En 1997, se lanzó un satélite de radioastronomía, llamado Haruka, por medio de un cohete que pertenecía al Instituto de Ciencias Espaciales y Astronáuticas de Japón. El radio telescopio del satélite fue diseñado con una gran antena parabólica, que medía 10 metros de diámetro. La cuestión que tuvieron que resolver los científicos fue: ¿Cómo podemos poner en el espacio un objeto tan grande? Tras una intensa investigación, tuvieron éxito en desarrollar una tecnología para plegar la antena y reducirla de tamaño, lanzarla al espacio y desplegarla allí.
Doblarlo, apilarlo y guardarlo ....y aplicar la tecnología para hacerlo fácil. La experiencia japonesa en almacenamiento ha evolucionado para satisfacer las necesidades y las costumbres, y hoy día se puede comprobar tanto en la vida cotidiana como en la alta tecnología. 
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