NIPPONIA No. 45 15 de junio, 2008

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¡Que Aproveche!   La Cultura Japonesa en la Cocina

Los nuevos tipos de purin cuentan con seguidores fieles, como una variedad blanda cremosa (delante) y otras poco usuales con sabor a té verde matcha, a calabacín y a semillas negras de sésamo.

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Es difícil imaginar un japonés al que no le guste, sea joven o viejo, hombre o mujer. La dulzura blanda del huevo y la leche combinada con el sabor agridulce del caramelo le conquistarán con una cucharadita. Y la textura suave como la seda que se deshace en la boca…

El purin (flan en español) es fácil de preparar. Se mezclan huevos, leche y azúcar, se cubre un molde con caramelo, se vierte la mezcla en el molde, se calienta, y después se deja enfriar. Al sacarlo del molde aparece un reluciente montículo de purin listo para comer.

Muchas madres japonesas lo preparan casero, y por supuesto también se puede comprar en las tiendas, listo para consumir en la tarrina. Los hay de varios sabores y recetas diferentes. ¿Qué le parece uno con huevos y leche de las mejores granjas, o una variedad suave y cremosa, o algo al estilo japonés con té verde matcha o semillas negras de sésamo? No es una receta tan humilde como parece.

Ya se habrá imaginado que la palabra purin viene del inglés “pudding” (flan). Aparentemente el flan británico que inspiró el japonés se hizo por primera vez hacia finales del siglo XVI. En aquellos tiempos se navegaba mucho, y las migas de pan que sobraban en la cocina del barco se mezclaban con harina, manteca de cerdo y huevos, que luego se hervían. Después empezó a añadirse pan y fruta, creando un flan de crema dulce que se espesaba sólo con huevo líquido.

El flan probablemente llegó a Japón hacia 1860, después de que un británico abriera un lujoso hotel de estilo europeo en Yokohama que introdujo varios tipos de comida occidental, y quizá también el flan. De todas las variedades que existen el único que realmente gusta es el de crema.

El Shiseido Parlour, en el elegante distrito de Ginza, Tokio, lleva abierto más de cien años y añadió purin a su carta en 1931. Ya entonces lo decoraban con helado y fruta, pero ahora algunos clientes quieren sólo el purin de postre, y el restaurante lo prepara así para complacerles.

“Huevos, leche, azúcar y vainilla por el aroma, eso es todo. Ponemos seis yemas de huevo por cada clara, lo que le da un sabor intenso agradable, una consistencia no muy blanda y una textura bastante firme”, explica Hashimoto Kazuhisa, chef del Shiseido Parlour. Y tiene razón. El restaurante, ahora bien conocido en Ginza, sirve un purin delicioso que ha entusiasmado a generaciones de japoneses.

En la actualidad hay muchos tipos de purin en las pastelerías, supermercados y tiendas de estilo occidental. Los especiales están riquísimos, pero los otros menos caros también están ricos. Quizá sea ese el secreto de la admiración general que el purin causa en Japón.


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