Vivir en Japón
Weerasakreck Wonpasser
Escrito por Takahashi Hidemine Fotos de Akagi Koichi
“Me gustaría que muchos japoneses aprendan kick-boxing muay thai. Es otra forma de aprender cultura tailandesa”. La voz firme de Weerasakreck Wonpasser (41) ciertamente llama la atención cuando habla. Ese es su nombre artístico; fuera del ring se llama Klahan Prapun.
En tailandés muay thai significa “deporte de combate de Tailandia”. Sus orígenes se remontan al siglo XIV. Los boxeadores usan los puños, claro, pero también las rodillas y los codos para dar patadas y codazos.
Weerasakreck abrió en Japón el primer gimnasio de muay thai en 1997 en Arakawa, Tokio. Ahora tiene un total de ocho en Tokio y en las prefecturas de Chiba, Saitama y Fukuoka.
“Nuestro lema es: ‘Diviértase mientras se entrena’. Si no es divertido, la gente deja de venir”.
Es fácil sentirse como en casa en su gimnasio de Abiko, en la prefectura de Chiba. Muchas mujeres van para adelgazar. Sus miembros tienen desde 6 años hasta más de 60, y practican con entrenadores tailandeses y campeones mundiales de muay thai contratados por el gimnasio.
Weerasakreck tenía 15 años cuando empezó a entrenar en su ciudad natal, Yasothon, Tailandia. Mostró un gran potencial y, cuando tenía 18 años, un cazatalentos lo inscribió en un gimnasio de la capital, Bangkok. Sus capacidades lo llevaron rápidamente al éxito, y empezó a subir de rango. En 1991 aterrizó en Japón para luchar con el campeón nacional de kick-boxing.
“Yo pertenecía a la división de peso gallo, pero me inscribieron mal y me clasificaron para luchar contra un peso wélter, de casi 10 kg más. Hice lo único que podía: comer mucho, engordar, y enfrentarme a él en el cuadrilátero”.
Lo tenía todo en su contra, y aún así ganó.
Después vinieron los enfrentamientos con los pesos medios y pesados japoneses. Les ganó a todos. Cuando empezó en Japón pesaba 59 kg; después llegó a los 70.
“Ya no quedaba nadie en Japón con quien luchar, así que decidí abrir un gimnasio”.
En aquellos tiempos los gimnasios japoneses de kick-boxing entrenaban con dureza y severidad. “Todos me parecieron agobiantes, y pensé: si realmente quiero tener clientes duraderos, mi gimnasio tiene que darles lo que buscan. Puse un cartel grande que decía: ‘¡Pierda peso y déle una patada al estrés!’”
Dio la casualidad de que a principios de los noventa, cuando él llegó a Japón, los deportes de combate se estaban poniendo de moda. Los pesos medios y pesados asaltaron el país con un nuevo estilo de kick-boxing, y llegaron a celebrarse varios deportes de combate el mismo día en el mismo cuadrilátero. La televisión, por supuesto, ofrecía cobertura exhaustiva, y cuando los boxeadores de muay thai subían al ring la expectación estaba asegurada. El número de miembros del gimnasio creció vertiginosamente.
En la actualidad sus ocho gimnasios cuentan con unos quinientos miembros en total. Hace poco abrió un restaurante tailandés en el segundo piso del gimnasio de Abiko, y planea abrir una academia de tailandés en el tercer piso.
“Algún día quisiera tener una red de gimnasios por todo el país. Si me empeño, estoy seguro de que lo conseguiré. Después de todo, cuando llegué a Japón todo lo que tenía en la maleta eran unos pantalones de boxeo, y… míreme ahora”.
Se le ve en la cara que tiene mucho por lo que sonreír.
Wanrop Weerasakreck, boxeador profesional, dando una patada mientras se entrena.
Página web en japonés del Gimnasio de Fairtex Muaythai de Weerasakreck:
http://www.muaythai.jp/