NIPPONIA No. 37 15 de Junio de 2006

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Topografía, clima y cultura

Texto: Masai Yasuo, profesor emérito de Geografía y Cartografía, Universidad de Rishho

Fotos: Watanabe Manabu

Un país de islas

A veces los japoneses llamamos a nuestro país Nihon retto (“el archipiélago japonés”). Nuestra larga y delgada ristra de islas se extiende a lo largo de la costa este de la masa continental más grande del mundo, Eurasia, lo que hace de nuestro país uno de los más fáciles de localizar en un mapamundi. Las islas están separadas del continente por el mar de Japón, el mar de la China del Este y el mar de Ojotsk; por el otro lado, hacia el este y el sur, se extiende el mayor océano del mundo, el Pacífico.

Las cuatro islas principales forman un arco de unos 2.300 km de largo, desde Hokkaido en el norte, después Honshu, Shikoku y Kyushu hacia el suroeste. Las islas Nansei continúan a lo largo de otros 1.000 km aproximadamente; la más grande de ellas es Okinawa. Las islas Izu y las Ogasawara se extienden por el Pacífico sur desde el centro de Honshu a lo largo de unos 1.000 km; las situadas más al sur están unos grados por debajo del Trópico de Cáncer.

Así pues, ¡el país son todo islas! Incluso en la más grande, Honshu, hay pocos lugares que disten del mar más de cien km. Japón es uno de los países más accidentados del mundo; más del 80% de su superficie lo constituyen montañas y colinas. El monte Fuji, que es su pico más alto, de 3.776 m, está cercano a la costa. Las montañas ocupan un lugar cálido en el espíritu de los japoneses, puesto que están por todas partes; las canciones escolares tienden a identificar los paisajes locales con sus montañas.

Yonaguni-jima es la isla más meridional del archipiélago japonés. En un día claro desde ella se puede ver la isla de Taiwán hacia el oeste. En la foto, San’ninudai, una pequeña meseta junto a un acantilado en terraplén de 40 m de altitud, en la parte oriental de la isla.

De los témpanos de hielo a los arrecifes de coral

Durante millones de años las placas tectónicas del Pacífico, de las Filipinas y la Nankai Micro en la corteza terrestre del océano Pacífico se han ido deslizando desde el este y el sur por debajo de las placas de Norteamérica y de la Amur, que forman la corteza terrestre continental. Ello ha creado una larga y delgada línea de montañas. Las más bajas descansan bajo el mar, las más altas forman el archipiélago japonés. Por esa razón Japón no tiene llanuras grandes. En muchos puntos las montañas empujan la costa. Son comunes los terremotos, las fuentes termales y los volcanes. Los montes Fuji, Aso y Asama son sólo tres entre los más de sesenta volcanes activos del país. Todavía se pueden observar las consecuencias de los glaciares que configuraron el terreno en Hokkaido y en los Alpes japoneses del centro de Honshu hasta hace unos diez mil años.

Las montañas y los mares circundantes influyen mucho en el clima y en las cuatro estaciones del año, que son muy diferentes. En general la humedad es alta a causa de las corrientes oceánicas templadas que rodean mucha parte del país. Los vientos recogen la humedad al cruzar sus aguas y, cuando llegan a las montañas, la dejan caer en forma de lluvia o nieve. Ríos crecidos se precipitan en cataratas y continúan su proceso de erosión en innumerables valles. No hay desiertos, y los bosques cubren la mayor parte de la superficie terrestre. La primavera es conocida por el florecimiento de los cerezos; el inicio del verano, por el verde de los arrozales. En esa misma época llegan fuertes lluvias cuando el frente tsuyu azota la tierra y después hacen su aparición los tifones, al final del verano y durante el otoño. El verano es la época propicia para visitar las montañas y el mar. Y luego lucen los colores del otoño.

El invierno trae vientos fríos y secos procedentes del continente, que soplan a través de la corriente templada del mar del Japón y recogen mucha humedad para dejarla caer en forma de nieve conforme el aire se eleva sobre las montañas del archipiélago. En la parte central de Honshu que recae hacia el mar del Japón, las pequeñas mesetas rodeadas por cadenas montañosas de entre 2.000 y 3.000 m de altitud llegan a alcanzar de uno a tres m de nieve o incluso más, cantidad mayor que en casi ningún otro lugar del mundo. El festival de invierno de Sapporo, en Hokkaido, atrae a muchos turistas nacionales e internacionales. Al final del invierno los témpanos de hielo cubren el mar de Ojotsk hacia la costa de Hokkaido, el lugar más meridional del mundo con hielo.

Al mismo tiempo crecen las palmeras en el clima subtropical de Okinawa, donde también hay soberbios arrecifes de coral. Témpanos de hielo y arrecifes coralinos: ¡Japón es un país excepcional!


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