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NIPPONIA No.32 15 de Marzo de 2005
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Son muchos los hornos que producen cerámica en la occidental Prefectura de Saga, y el centro más destacado - la cuna de la porcelana japonesa - es Arita. Allí se descubrió por primera vez en Japón una extraordinaria arcilla blanca para porcelana, con lo que rápidamente creció una industria controlada por el señor feudal del dominio local de Nabeshima. La cerámica de Arita, ciudad cercana a los límites de la Prefectura de Nagasaki, en el noroeste de Kyushu, fue extendida por todo el mundo.
Diferentes viajes geográficos pusieron en contacto Asia con Europa de forma regular en el siglo XVI, y con eso Occidente conoció la porcelana blanca de China con su capa de barniz transparente. Los cargueros occidentales transportaron grandes cantidades de esta porcelana, así como distintas cerámicas policromadas, la mayor parte para el disfrute de la realeza y aristocracia. Antes de que Arita comience su producción a principios del siglo XVI, toda la porcelana consumida en Japón era importada desde China y la Península de Corea.
Por este tiempo, China padeció un conflicto civil y el cambio de dinastía a favor de los Ch’ing (Manchú). La producción y distribución china de porcelana prácticamente quedó paralizada y Arita ocupó su lugar, suministrándolo a la Compañía Holandesa del Este de India, comenzando alrededor de 1650.
La porcelana de Arita se hizo famosa como “Cerámica Imari”, debido a que era embarcada en el cercano puerto de Imari.
En la actualidad, la ciudad de Arita se extiende a lo largo de un valle bordeado por grandes campos de arroz y montañas bajas. La avenida principal transcurre de este a oeste, más o menos paralela a la Autopista Nacional No. 35. En ambos lados de la calle, de unos 6 km., se encuentran tiendas que venden, fundamentalmente, porcelanas tintadas en blanco y azul, así como cerámica con diseños policromos (generalmente en colores rojo, amarillo y verde). Los edificios de paredes blancas, casas imponentes en madera, junto a edificios construidos al estilo occidental - los verá por todas partes, testigos de los viejos tiempos en los que los comerciantes venían a comprar. El distrito más importante en cuanto a la cerámica Arita es Akae-machi, a mitad de camino de la avenida principal.
El señor feudal del dominio de Nabeshima no quería que nadie descubriera los secretos de Arita, especialmente los métodos de fabricar la porcelana ilustrada y barnizada. En 1672 desplazó a todos los akae-ya (pintores sobre barniz) a un lugar que se hizo famoso con el nombre de Akae-machi. Restringió el número de akae-ya a una docena y se aseguró de que sus técnicas, desde el tintado o la preparación del barniz, hasta su diseño pictórico, se transmitieran en secreto de generación en generación. El tipo de cerámica más famoso fue la cerámica Nabeshima y las mejores piezas se las regaló por el señor al Emperador, Shogun, aristócratas y otros poderes feudales.
Uno de los akae-ya, que maneja en la actualidad el horno Imaizumi Imaemon, mantiene las viejas técnicas de dibujo en cerámica Iro Nabeshima. El actual fabricante, Imaizumi Imaemon (14 generación), nos comenta que intenta cuidadosamente de acoplar al gusto moderno el estilo y el espíritu de los productos de antaño.
En este distrito, todo, incluso los monasterios y los templos, parece tener alguna conexión con la cerámica. La puerta torii, en el Monasterio Tozan, está hecha de porcelana, así como las estatuas de animales guardianes, komainu, las linternas de los jardines y los objetos que se venden como amuletos de buen agüero.
En la avenida principal verá cerámicas con diseños waenogu, perfectamente expuestas. Visite alguno de los talleres y practique usted mismo los diseños de cerámica, después introdúzcase en la historia de Arita y en sus galerías de arte. Pasee un poco más allá y se encontrará las minas de arcilla para porcelana en Izumiyama. Han estado produciendo durante 400 años.
El humo se eleva sobre las colinas y alguien grita: “¡Superan los 1.350 grados!”. Varios jóvenes echan leña al fuego del horno. Este tipo de horno largo fue construido en una pendiente y en su momento se cocía en él toda la porcelana de Arita. Los jóvenes artesanos que trabajan en la Compañía Fukagawa Seiji decidieron hacer las cosas a la antigua usanza una vez al año, como forma de aprender las antiguas técnicas, empezando por las más sencillas.
En 1675, el señor feudal de Nabeshima ordenó la construcción de hornos en las cercanías de Okawachiyama (en la actualidad parte de la ciudad vecina de Imari) y desplazó a este lugar a algunos de los ceramistas más famosos de Arita para que trabajaran para él. Este lugar todavía existe y constituye una sorprendente vista de aguja en un estrecho valle con montañas escarpadas en los tres lados y acantilados en el fondo. Un lugar de control aislaba de forma efectiva la localidad del resto del mundo. Esa atmósfera secreta permanece y consigue de control Okawachiyama sea diferente de Arita, desarrollada a lo largo de la vieja vía de comunicación. Okawachiyama sigue produciendo cerámicas y las tiendas locales están muy animadas los fines de semana.
Imari es un lugar tan apacible que las voces de la gente y los cantos de las aves se escuchan a grandes distancias. Es fácil imaginarse los sonidos de los años pasados, cuando los comerciantes y almacenistas venían a comprar porcelanas y embarcaban la mercancía en barcos de todos los tamaños. Este tipo de imagen vive en las imponentes estatuas de porcelana en los lados de los puentes y son reflejadas de vez en cuando en las blancas fachadas de los almacenes próximos a los bancos del Río Imari.
La cerámica Arita cruzó los mares y rápidamente se extendió a través de Europa, ganando la admiración y la influencia de los artesanos ceramistas de Meissen (Alemania), Delft (Holanda) y otros centros. En la actualidad, la cerámica Arita se exhibe en el Palacio de Zwinger, en Alemania, así como en el Palacio de Versalles, en Francia - llevados hasta esos lugares desde el puerto de Imari.
Los artesanos de Arita e Imari estudiaron la porcelana de China y Coreana y después fusionaron lo que habían aprendido con sus propias técnicas y modelos, haciendo una cerámica del primer nivel. Hace cuatrocientos años fueron pioneros en el arte japonés de adaptar las técnicas industriales a la fabricación de productos de calidad mundial.
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