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NIPPONIA No.32 15 de Marzo de 2005
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Reportaje Especial*
Cerámica: Un Placer Manual
Bienvenido al mundo de la cerámica: al principio se sentirá fascinado y, después, será usted quien desee participar. En estas páginas les presentaremos a muchas personas, desde jovencitas a algún Primer Ministro, que practican con pasión la alfarería.
Texto: Torikai Shin-ichi, Fotos: Nishida Mitsuyoshi y Kono Toshihiko
Arcilla y fuego: Placer sencillo de las fuerzas primitivas de la naturaleza
Hosokawa Morihiro
Hosokawa Morihiro ha sido político e incluso alcanzó el cargo de Primer Ministro de Japón. Cuando cumplió 60 años, en 1998, abandonó su carrera y comenzó a vivir un tranquilo retiro cultivando hortalizas en Yugawara-machi, un valle de montaña en la Prefectura de Kanagawa. Hace cinco años, incrementó sus ratos de placer al incorporar la cerámica. Nos asegura: Una vez que decido hacer algo no paro hasta conseguirlo. Es mi forma de ser.
Persuadió a un ceramista de Nara, al que admiraba enormemente, a admitirlo como aprendiz. Se pasó el siguiente año y medio viajando de un lado a otro aprendiendo los rudimentos, incluyendo por supuesto el manejo del torno y el encendido de hornos.
Lo que más me interesa es la cerámica de la ceremonia del té. De hecho, lo único que trabajo son las tasas para beber el té verde, matcha. Las tazas y tazones fabricados en otros países son simétricos; sin embargo, las tasas para el té tradicional japonés están con frecuencia ligeramente irregulares en su forma y pueden tener marcas de quemadura u otros signos de imperfección. Es importante que cada tazón posea su propia personalidad. Eso es lo que los hace fascinante.
Hosokawa es especialmente aficionado a las tasas grandes de té del periodo Momoyama (finales del siglo XVI). Pienso que fue la única época en la que la cerámica tuvo un estilo personal. Los tazones fabricados en ese tiempo parecen expresar el espíritu y las emociones de la época, así como las penas, las frustraciones, etc. Creo que es eso precisamente lo que me encanta del periodo Momoyama.
Cuando tiene tiempo se sienta frente a su torno para elaborar cerámicas, siguiendo las tradiciones japonesas o las de la Corea antiguaprobablemente en el estilo Karatsu o el de Ido, Kohiki o Raku.
Encuentro que hacer cerámica es un poco similar a la meditación Zen. Mi mente se concentra en la tarea que tengo entre las manos, aunque no podría decir que me aíslo totalmente de la vida cotidiana. Cuando se trabaja con fuerzas que han existido siempre, como la arcilla y el fuego, se siente uno reducido a algo insignificante y a la vez feliz con uno mismo.
El taller de Hosokawa tiene cuatro hornos y siempre hay algún fuego en uno u otro, produciendo más tasa para el té. Varias veces al año exhibe su trabajo y los comentarios favorables que recibe resaltan su nueva pasión, algo más que una afición.
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