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NIPPONIA No.32 15 de Marzo de 2005
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Los Animales y la Cultura Japonesa
Su brillo reluciente indica un medioambiente sano y natural
Texto: Konishi Masayasu, entomólogo
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Un espécimen adulto de luciérnaga genji-botaru se introduce en el agua, iluminándose en junio y julio.
Longitud, entre 12 y 18 mm.
La luciérnaga heike-botaru es menor, de unos 8 a 10 mm.
(Foto: Moriue Nobuo)
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Al borde del agua, pequeñas manchas verdiblancas resaltan en la oscuridad. Las luciérnagas han hecho de los comienzos del verano una época especial para los japoneses desde tiempos remotos. La palabra japonesa para luciérnaga es “hotaru”, generalmente utilizada para dos especies, genji- botaru y heike-botaru. En su forma larvaria, ambas especies se alimentan de pequeños caracoles de agua. Las larvas de genji-botaru viven en aguas corrientes y limpias, y la heike-botaru en campos de arroz y otros lugares de aguas estancadas.
Existen alrededor de 2.000 especie de luciérnagas en el mundo, aunque menos de 10 especies son acuáticas. Todas las demás son terrestres, tanto las larvas como los animales adultos, haciendo que las genji y las heike sean especies muy particulares.
El archipiélago japonés está repleto de ríos, arroyos, pantanos y campos de arroz irrigados, lo que genera excelentes hábitat para las luciérnagas acuáticas. Por ello, es natural que desde la antigüedad, la gente de pueblos y ciudades hayan observado y disfrutado con las pequeñas luces durante la noche.
La primera vez que las luciérnagas aparecen en un texto literario fue en Man yoshu. La más antigua colección japonesa de poesía (finales del siglo VIII). Aparecen en haiku, poemas largos y ensayos a lo largo del periodo Edo (1603-1867). En aquellos tiempos, se pensaba que la luz de las luciérnagas representaba las almas de los muertos.
Durante el periodo Edo, uno de los pasatiempos consistía en cazar luciérnagas disfrutando del aire libre del invierno. Tablas de Ukiyoe representan artilugios para capturarlas, como abanicos plegables y planos, trampas hechas con brotes de bambú y redes para insectos.
Estas costumbres parecen provenir de mediados del siglo XVII en los distritos de Seta e Ishiyama, de Otsu (actual Prefectura de Shiga). Cuando la luz muestra su punto álgido en el temprano verano, barcos hotaru-bune transportan a la gente comiendo y bebiendo en excursiones para verlas. Esto era popular en Seta y Uji, alrededores de Kioto. Incluso los vendedores ambulantes vendían allí las luciérnagas, aunque ese tipo de “negocio” es inusual en Japón.
A finales del siglo XVIII, se vendían luciérnagas también en Edo (actual Tokio). La gente se reunía para verlas en diferentes lugares de la ciudad, aunque el número de luciérnagas descendió a medida del crecimiento urbano.
Con el transcurrir del tiempo, la caza indiscriminada de luciérnagas por los vendedores hizo temer la desaparición de las genji y en 1924, el gobierno designó al distrito Moriyama, la Prefectura de Shiga, como zona protegida para las luciérnagas genji. En la actualidad, ha sido designado un lugar como Monumento Natural Especial y nueve como Monumentos Naturales. Japón probablemente sea el único país en el mundo en implementar una legislación para proteger las luciérnagas. Pero esto no significa ninguna sorpresa, ya que los pequeños escarabajos llevan mucho tiempo contando con el afecto de los japoneses - en algunos lugares son llamados con nombres de mascotas, y la caza de luciérnagas es algo común en las antiguas canciones de cuna que aún hoy se rememoran.
Los tiempos del auge económico que comenzaron en los años 60 fueron difíciles para el medioambiente,y el hábitat de las luciérnagas, un día muy comunes en todo el país, se convirtieron de repente en áreas de desarrollo humano, con aguas contaminadas, alteraciones en el lecho de los ríos y construcción de diques para prevenir las inundaciones.
En algunas partes del actual Japón, los gobiernos locales y los ciudadanos protegen y restauran el hábitat de las luciérnagas, e incluso desarrollan algunos nuevos. Y cuando es necesario, estas zonas se pueblan de pequeños caracoles de agua y otros alimentos para las luciérnagas.
Uno de los pasatiempos actuales es observar insectos alados emerger de sus capullos. En tiempos pasados, la gente los capturaba como divertimento, ahora los contemplamos y aprendemos de ellos. La manera de protegerlos es preservando su entorno natural, con lo que sus luces brillantes se han convertido en símbolos de medioambiente saludable. La afinidad de los japoneses hacia las luciérnagas desde tiempos inmemoriales continúa siendo fuerte hoy en día y como un fenómeno social nacional probablemente siga siendo único en el mundo.
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