Los Castillos: Historia y Belleza
Siglo tras siglo, los pueblos han construido castillos para protegerse de sus enemigos allende sus fronteras. En el Japón prehistórico,
la gente protegía sus asentamientos con fosos y montículos, lo que
constituía, a su manera, extraordinarias fortalezas. Una vez establecidos los gobiernos, basados en códigos jurídicos (de finales del
siglo 7 al 10) el propio estado erigió un gran número de
construcciones defensivas nacionales. Entre ellas, se incluye Taga-jo, un puesto
militar cuyo propósito era facilitar las incursiones en la norteña
Honshu, y Mizuki-jo e Ito-jo, construidas en Kyushu para protegerse de
los posibles ataques procedentes de la China Tang o del Reino de Silla,
en Corea. Se pueden considerar también estas defensas como verdaderos
castillos.
Durante la Edad Media y en los tiempos de los samurai, los castillos
adquirieron en Japón una mayor importancia y se construyeron más
grandes y en mayor número. En el periodo de los Estados Guerreros (de mitad de
1400 hasta la segunda mitad de 1500), cada señor local construyó un
castillo en su territorio. Estas bases militares eran difíciles de
atacar y fáciles de defender, y los señores los utilizaron para
controlar sus dominios. Durante el periodo Edo, dos magníficos castillos
se convirtieron en construcciones prototipo de esos tiempos: El Castillo
de Azuchi (construido por Oda Nobunaga, 1534-1582) y el Castillo de
Osaka (construido por Toyotomi Hideyoshi, 1536-1598).
El periodo que va de 1568 a 1603, cuando el país contaba con la
influencia de Oda Nobunaga y Toyotomi Hideyoshi, es llamando a menudo la
era Shokuho. Los historiadores lo denominan el periodo Azuchi-Momoyama,
recogiendo los nombres del castillo residencial de Nobunaga en Azuchi y
el castillo de Hideyoshi en Fushimi Momoyama. Ambos castillos estaban
cerca de Kioto y ambos contaban con un extraordinario diseño que
ayudó a definir la arquitectura de los castillos.
Los castillos construidos durante este tiempo y en el periodo Edo,
generalmente poseían torres de varios pisos (tenshukaku). En un
principio, las torres eran puestos de observatorio militares para
utilizar en las batallas, pero más tarde se convirtieron en
símbolos
importantes que indicaban el prestigio del señor del castillo. Es por
ello que tanto el interior como el exterior eran diseñados y decorados
de una forma muy elaborada.
Los muros exteriores de las torres eran cubiertas con yeso para
protegerlas del fuego. El yeso servía también para otros
propósitos,
creando un contraste bello e intrigante con las tejas oscuras de los
tejados y las negras maderas de los muros.
Los muros contaban con pequeños orificios, que podían ser redondos,
triangulares, cuadrados o rectangulares. Estos orificios eran utilizados
para tareas defensivas, como la utilización de mosquetes. Además
de otorgar características defensivas, servían de propósito
ornamental en la estructura.
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