Reportaje EspecialEl hermoso mar de Okinawa
Un viejo refrán de Okinawa dice: “La felicidad viene del mar”. El mar proporciona sal, pescado y otros productos, y también inspira admiración y el deseo de conservar su bendición. Las vidas de la gente que aparece en estas páginas están influidas por el mar de una manera u otra.
En otros tiempos los pescadores celebraban las competiciones tradicionales de botes de remos harii para 10 personas para pedir a los cielos seguridad en la mar y buena pesca. Las competiciones siguen celebrándose, pero ahora ha aumentado en importancia el aspecto deportivo. En la antigüedad sólo competían hombres, pero desde hace una década también participan equipos de mujeres, y hoy en día las “competiciones de madonas” son una gran atracción en muchos lugares de Okinawa.
El equipo de mujeres llamado las Pink Pandas (ositos panda rosas), del club de remo Takara Harii, tiene su base en puerto pesquero de Yone en Tomigusuku, cerca del extremo sur de la isla principal de Okinawa. Este equipo es el motor de la competición, un campeón entre las señoritas. Practican tres veces por semana después del trabajo, y reman desde el puerto hasta un punto en concreto y vuelven, una y otra vez durantes dos horas seguidas. Cuando consiguen tenerlo todo sincronizado –incluso la respiración–, el bote alcanza una velocidad increíble.
“Con cada golpe de remo es como si el bote diera un salto en el agua por un instante. Cuando parece que estamos volando sobre el mar, remando todas a una, entonces nos damos cuenta de por qué lo hacemos”, dice Minei Akiko, capitana del equipo.
Buenos y malos momentos, todo se comparte. Los miembros femeninos del equipo confiesan que han aprendido a amar el mar aún más desde que empezaron a competir.
Yonaguni-jima, la isla japonesa situada más al oeste, es famosa por el marlín azul kajiki-maguro que se pesca en sus alrededores. Durante años los pescadores de la Cooperativa Pesquera Yonaguni han competido entre ellos, esperando pescar un ejemplar muy grande.
Nakajima Katsuji es miembro de la cooperativa. Se trasladó a vivir a la isla hace siete años cuando tenía 35, dejando atrás Osaka y cerrando su tienda. Cambió de ocupación y se convirtió en pescador. “Antes de establecerme aquí solía venir una vez al año a pescar el marlín azul, tanto me entusiasmaba. Y pensé que, si no cambiaba de ocupación a los 30, ya no lo haría nunca”. Se casó allí y ahora tiene una hija.
Explica que lo mejor de pescar marlines es que oponen una dura resistencia cuando pican el anzuelo. De cebo utiliza un bonito entero, que es bastante grande. Cuando el marlín azul pica, la reacción de la línea es formidable. Enrolla un poco el sedal, y en el momento adecuado deja la línea floja. Continúa haciendo lo mismo, jugando con el pez, hasta que lo nota cansado. En el momento justo enrolla el sedal completamente y lo mata con el arpón. “Incluso uno pequeño, digamos de unos 90 kg, peleará durante 30 ó 40 minutos antes de que lo pueda arponear”.
El marlín azul más grande capturado por un miembro de la Cooperativa Pesquera Yonaguni pesaba 700 kg. Nakajima tiene la mira puesta en uno aún más grande algún día.