NIPPONIA No. 42 15 de Septiembre, 2007

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Reportaje Especialsp_star.gifEl hermoso mar de Okinawa

Minerales del océano, la sal de la naturaleza

Takayasu Masakatsu, presidente de Nuchima’asu S. A.

Takayasu Masakatsu con sal nuchima’asu.

Unos aspersores pulverizan agua de mar en una fina bruma como parte del extraordinario proceso de elaboración de sal. El aire de la fábrica está a 50°C, y la sal y otros minerales de la bruma cristalizan instantemente en el aire. La sal, nuchima’asu, contiene todos los minerales fundamentales del agua de mar.

“La vida tiene su origen en el océano. El agua de mar contiene prácticamente todo lo necesario para preservar la vida. Por eso llamamos a nuestra sal ‘cristales de vida’ ”, dice Takayasu Masakatsu, presidente de la empresa.

La técnica de elaboración, que él mismo desarrolló, cumple con el ‘método de cristalización instantánea al aire a temperatura ambiente’. Nu-chima’asu S. A. toma su nombre de nuchima’asu, que significa “la sal de la vida” en el dialecto de Okinawa.

Todo componente del agua de mar que se cristaliza pasa a formar parte de la sal, así que él quiere el agua sea lo más pura posible, claro. Por eso escogió Miyagi-shima, una pequeña isla unida a la orilla oriental de la isla principal de Okinawa. En ella la industria es pesquera, no hay fábricas ni actividades agrícolas que contaminen el mar.

En 2000 el Libro Guinness de los Récords nombró nuchima’asu la sal marina con el mejor contenido mineral del mundo.

Takayasu dice que le gustaría distribuir su sal en aquellos sitios donde la alimentación de la gente no contiene suficientes minerales esenciales.

Agua de mar que cristaliza en el aire se adhiere a planchas de plástico que cuelgan en la sala de elaboración de sal. La fábrica bombea 50 toneladas de agua del mar cada día, lo que proporciona 1,5 toneladas de sal.

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Salvan su preciado manglar

Alumnos de la escuela municipal de secundaria Yagachi de Nago

La marisma de detrás de la escuela secundaria Yagachi está volviendo a su estado original como manglar gracias a los esfuerzos por reforestarlo que realizan los alumnos, padres, maestros y antiguos alumnos.

Hace años un manglar exuberante cubría las marismas alrededor de Yagachi-jima (de unos 16 km. de perímetro), que en la actualidad está unida a la península de Motobu al norte de Okinawa. En otros tiempos en el bosque había mangles como el ohirugi y el mehirugi, pero después de la Segunda Guerra Mundial cortaron muchos y levantaron murallas costeras para combatir la erosión. Por suerte, las marismas detrás de la escuela de secundaria Yagachi todavía se con-servan, y en ellas se encuentra el bosque de ohirugi más altos de Japón.

“Los mangles protegen y cuidan muchas formas de vida, por ello los llaman ‘la cuna de la vida marina”, explica Sakashita Hiroko, miembro del movimiento para la conservación de los bosques del norte de Okinawa.

Las hojas y las semillas de los mangles que caen en las marismas se convierten en comida para cangrejos, peces y otras criaturas, y las raíces crean un hábitat para muchas formas de vida. Los mangles de las grandes áreas ocupadas por marismas filtran el agua del mar.

La escuela fomenta un vivo interés por la conservación de la naturaleza local. Desde 1993 todos los estudiantes contribuyen, y se plantan de 600 a 1.000 mangles al año. Tantos árboles… ¿Cómo se siente uno al verlos crecer a lo largo de los años? “¡De maravilla!”.


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