Reportaje EspecialOrigami
“El origami es un pasatiempo para pasárselo bien, así que no hay que preocuparse si sale un poco torcido o los dobleces no están perfectamente alineados”.
Mueve las manos mientras habla. Sujeta el papel cerca del pecho y lo va doblando sin mirarlo. Después dice: “Ya está. Terminado”. Y en la palma de la mano aparece un gracioso perrito de origami.
“Lo importante es hacerlo rápido y que tenga un aspecto bonito. Si no, incluso ver a alguien haciéndolo sería aburrido”.
Kobayashi Kazuo es el director del Origami Kaikan (Centro de Origami). Durante más de treinta años ha viajado por el extranjero para dar clases de origami. Suele iniciar a la gente con algo sencillo que requiera sólo cinco dobleces. “Cuando los japoneses piensan en ‘origami’ lo asocian con la grulla. Pero yo no la enseño en mi clase, porque es demasiado complicada, necesita más de veinte dobleces. Y, además, requiere conocer previamente todas las técnicas elementales. Si es difícil, a la gente no le apetece. Y yo quiero que la gente se lo pase bien haciendo origami”.
Kobayashi ha viajado haciendo simplemente eso por el mundo, por Estados Unidos, Rusia, Brasil y Tailandia. En 2006, una exhibición suya de tres días haciendo demostraciones atrajo a más de ciento setenta mil visitantes.
“Fuera de Japón se admiran la ceremonia del té, el arreglo floral, el kabuki y otros elementos de la cultura tradicional japonesa. Pero el más sencillo para relacionarse es el origami. Sólo se necesita una hoja de papel. Cuando la gente ve lo fácil que es, los ojos se les iluminan”.
Kobayashi dice que continuará utilizando el origami para contribuir a que en otros países descubran más aspectos fascinantes de la cultura japonesa.
Ella dobla una hoja de papel cuadrado, coloca un patrón de papel encima, recorta los pedazos y luego lo abre. Se desdobla en algo inusualmente hermoso, inesperado. El monkiri asobi lo desarrolló la clase trabajadora durante el periodo Edo (1603-1867) como pasatiempo y como artesanía. Las formas que salen al final son mon, emblemas utilizados en otros tiempos sobre todo como logotipos que representaban a ciertas familias. Shimonaka Naho, artista especializada en la creación de formas únicas, ha revivido el monkiri asobi como pasatiempo moderno. Vende cajas donde están los materiales para hacerlo fácilmente, e imparte talleres de monkiri en Japón y en el extranjero.
“Los mon pueden ser flores, plantas, animales, pájaros, objetos cotidianos, incluso cosas que a uno no se le habrían ocurrido. Al probar a hacer el monkiri, uno regresa al antiguo Japón y revive el espíritu de otra época, disfrutando la plenitud de la vida tal como fue. La experiencia vale la pena para la gente de hoy”.
Sus estudiantes decoran sus casas con los emblemas recortados, quizá los cuelgan en una habitación, alineándolos y pegándolos en el papel de la puerta corredera shoji.
En Japón no sería de buena educación dar dinero o un regalo sin envolverlo con papel o tela. Esta costumbre se remonta unos seiscientos años atrás a los tiempos en que los samurais contribuyeron a definir la etiqueta social. Ellos desarrollaron las normas formales origata de doblado de papel japonés hecho a mano para decoraciones formales y envoltura de regalos. Dicen que el origata es el precursor del origami.
“Los nuevos estilos origata encajan bien con la vida moderna, y nosotros los enseñamos en clases, en exposiciones y en los libros que publicamos”, dice Yamaguchi Nobuhiro, diseñador y director del Instituto de Diseño Origata en el distrito Aoyama de Tokio. Para el que quiere hacer un regalo como expresión de su agradecimiento, envolverlo en papel doblado al estilo origata indica respeto y un vivo deseo de ser cortés. Este es el sentimiento más importante que descansa tras la práctica del origata.
Antes de empezar a doblar el papel, todo debe estar ordenado alrededor, la mente libre de distracciones y hay que concentrarse en el trabajo entre manos. La manera de doblar el papel dependerá de lo que vamos a envolver, de la ocasión en que vamos a entregar el regalo, y de la estación del año. Una norma básica es doblar de tal modo que el receptor sepa inmediatamente lo que le están regalando.
Yamaguchi dice que el papel japonés (washi) debe ser fuerte, flexible y hecho a mano. “Debe ser posible que salga un paquete muy bonito no importa por qué lado se haya empezado. El objetivo es una presentación muy bonita, y por lo tanto hay que utilizar un washi de alta calidad”.
El origata emplea el papel para expresar belleza, etiqueta y cultura a la manera japonesa.