NIPPONIA No. 39 15 de Septiembre de 2006

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Reportaje Especialsp_star.gifBienvenido a la tierra de la hospitalidad

Un servicio muy atento sin que usted lo note

El interior de una habitación, con un magnífica vista sobre la bahía de Nanao.

Kagaya se sitúa frente a las tranquilas aguas de la bahía de Nanao. Es el hostal tradicional (ryokan) más prestigioso de los balnearios de aguas termales de Wakura, y cuenta con 245 habitaciones en cuatro edificios. “Nos hemos convertido en un ryokan grande, bastante más grande que la mayoría, pero seguimos ofreciendo la cálida bienvenida de otros tiempos”, dice su dueña, Oda Mayumi.

La hospitalidad en Kagaya comienza con una bienvenida formal en la entrada. A partir de las dos de la tarde se admiten nuevos huéspedes, que van llegando sin parar para pasar la noche, algunos más temprano para disfrutar de las aguas termales. La dueña (o-kami) y las señoritas del servicio de habitaciones, ataviadas con kimono junto a la entrada, hacen reverencias y pronuncian frases de bienvenida. Una de ellas queda a cargo de su habitación y se asegurará de que su estancia sea agradable y relajante. Le acompaña hasta su habitación, le sirve té, y le trae dos comidas: la cena y el desayuno.

Tras llevarle a su habitación la camarera le traerá té verde y unos dulces.

Hoy la camarera de su habatación se llama Hanayo. Tras enseñarle la habitación, pronto regresa con té verde matcha y algunos dulces. Poco después vuelve con té verde ordinario y yukata, tipo informal parecido a kimono para todas las personas de la habitación, las cuales podrán vestirlos durante su estancia y para dormir. La señorita acertará con la talla adecuada para cada persona sin haberles preguntado nada. En realidad ella estuvo calculando las medidas durante la bienvenida. En Kagaya los yukata tienen largos distintos, de 5 en 5 centímetros. Estos toques sutiles de hospitalidad personalizada hacen del ryokan un lugar especial.

Mientras le sirve y le da conversación, su camarera presta atención a lo que usted pueda necesitar o querer hacer en el balneario, cosas que no se suelen comentar al hacer una reserva. Si ella y el ryokan pueden ayudarle, lo harán.

“Una vez tuvimos un huésped que trajo una foto de su esposa fallecida. Nos dijo que ella había querido hospedarse con nosotros, pero murió antes de poder hacerlo. Entonces dispusimos para ella una kage-zen (comida en honor de una persona ausente o fallecida), lo que reconfortó mucho a nuestro cliente”. Estos detalles inesperados de amabilidad y hospitalidad crean una impresión intensa y duradera.

Una vez se ha puesto usted su yukata, puede dirigirse a las aguas termales para aliviar la fatiga del viaje. Después puede visitar la tienda de recuerdos y hacer lo que le apetezca hasta la hora de cenar.

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Una vez instalado, puede ponerse un yukata, tipo de kimono informal, diseñado para relajarse. Los huéspedes llevan yukata durante casi toda su estancia en el hostal. El color de la faja obi indica en cuál de los cuatro edificios está usted alojado, para ayudarle a encontrar su habitación cuando vuelva de fuera.

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Saber lo que los huéspedes desean

La cocina está provista de productos característicos de la zona y de la estación del año.

Uno de los motivos para hospedarse en un ryokan es la comida. Se la sirven en su habitación, deliciosa y abundante. En Kagaya la cocina ofrece especialidades locales de la península de Noto, escogidas según la estación del año. Su camarera le trae cada plato por separado. Hay un total de ocho o nueve platos principales y adicionales, aparte de arroz y sopa de miso; esa comida dura de una y media a dos horas. Fuera de las habitaciones hay un sistema automatizado, el primero en los hostales de aquella zona, que transporta la comida desde la cocina a cada piso. Como no tiene que recorrer distancias considerables entre la cocina y la habitación, la camarera dispone de más tiempo para ocuparse de usted. La comida consistirá en cosas que le gusten y evitará platos que no le gusten o le causen alergia, ya que ella le habrá preguntado con antelación. Los cocineros adaptan el menú para satisfacer sus gustos.

Durante la cena la o-kami abrirá la puerta de su habitación. Por todo Japón las dueñas de los ryokan hacen esto. ¡Parece que fue una antigua o-kami de Kagaya la que inició esa costumbre! Le agradecerá su visita, comprobará si está disfrutando de su estancia, y le preguntará con franqueza si hay algo que no le complace. Si hay algún problema, hablará con la camarera acerca de cómo solucionarlo. Esta es una parte importante del trabajo de la o-kami.

La o-kami de Kagaya dice que la esencia del servicio en un ryokan se puede resumir con la siguiente expresión: “age-zen sue-zen”, servir comida sabrosa y llevarse los platos vacíos sin que los invitados tengan que decir o preocuparse por nada en absoluto. Los ryokan ofrecen a sus invitados una cena y un desayuno; usted no tiene que decidir qué comer, simplemente ponerse cómodo y disfrutar de lo que le traiga la camarera. Un ryokan es un lugar para escaparse de las preocupaciones de todos los días y dejar que otros busquen la manera de satisfacer sus necesidades. Y como la o-kami dice, los tiempos cambian y también las necesidades y deseos de sus huéspedes.

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La dueña, Oda Mayumi (a la derecha), recorre las habitaciones saludando a los huéspedes.


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