En tiempos muy antiguos por alguna razón los japoneses construyeron tumbas inmensas y un templo que flota en el mar con la marea alta. ¿Podría ser porque querían hacer cosas tan sorprendentes que sus dioses y los espíritus de los antepasados las admiraran desde lo alto del firmamento? Hoy en día somos afortunados de poder contemplar desde el aire esas obras sorprendentes.
En el Japón de la Antigüedad, durante siglos construyeron grandes tumbas kofun en forma de túmulos de tierra para la élite dirigente. En la foto se ven casi cincuenta kofun, grandes y pequeñas, en la zona norte de la ciudad de Sakai, prefectura de Osaka. Las dos enormes tienen aproximadamente 1.600 años. Construidas con la característica forma de ojo de cerradura, se conservan bien en medio de un entorno urbano moderno. Primer plano: la Misanzai kofun, longitud total 365 m, presunto lugar final de descanso del emperador Richu. Al fondo: la Daisen kofun, longitud total 486 m, la tumba más larga del mundo, a la que se le atribuye la cámara funeraria del emperador Nintoku.
Según una antigua creencia, cada lugar de la isla de Itsukushima es tan sagrado que incluso las colinas y las aguas que la rodean son dioses. Inspirado por esta creencia tan insólita, un comandante militar muy religioso del siglo XII, llamado Taira no Kiyomori, mandó construir el complejo de templos como una parte integral del entorno natural. Cuando sube la marea, el santuario principal y otras estructuras parece que estén flotando. El escenario shaden del santuario se utiliza para actividades como la representación de obras teatrales takigi Noh que son como un sueño, iluminadas por la noche por maderas ardiendo. El templo fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1996. La isla pertenece al distrito de Miyajima-cho, ciudad de Hatsukaichi, prefectura de Hiroshima.
(Fotos: Watanabe Manabu).