NIPPONIA No. 41 15 de Junio, 2007

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Reportaje Especialsp_star.gifOrigami

Explorando las fronteras del origami

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El autillo cobra forma (de izquierda a derecha). Tsuda debe de haberlo practicado muchas veces antes: sólo le costó 20 minutos doblarlo.

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El mosquito es el que más destaca de todas las obras que se pueden ver en la vitrina del comedor. Parece un extraterrestre con la boca afilada, como de flecha, las patas largas y la luz metálica que desprende. Hecho de una sola hoja de papel plateado, tiene más de 10 cm de largo.

A Tsuda Yoshio se le conoce por sus representaciones en origami de criaturas de la naturaleza; muchas de ellas, como el mosquito, son insectos. Esto no debe extrañarnos ya que él es investigador de ecología de los insectos. Actualmente sus estudios se centran en los mosquitos.

“Voy al Sureste de Asia y a Okinawa, en el sur de Japón, a estudiar mosquitos, y con frecuencia veo insectos y animales tan fascinantes que quiero hacer versiones en origami. Muchas de mis obras actuales se inspiran en ellos”.

Cuando estuvo en la isla de Minami Daito (prefectura de Okinawa) en marzo de 2006, se encontró cara a cara con un autillo (búho) que unos universitarios tenían como mascota. En el vuelo de regreso a casa empezó a preguntarse si podría hacer uno de papel, jugando con sus ojos tan graciosos, perfectamente redondos. Al cabo de unas semanas ya había resuelto en lo fundamental cómo hacerlo.

Tsuda tenía unos doce años cuando comenzó a hacer cosas con papel doblado, después de haber visto en la televisión un pez ángel de origami. Aquello le hizo preguntarse si él podría hacer uno. Al principio no tenía ni idea de qué dobleces debería hacer. Tras muchas pruebas le salió un pez que se parecía un poco al real. Apenas pudo contener su emoción, y en aquel momento decidió intentar cosas que nunca un papel doblado había conseguido anteriormente.

“Por aquel entonces mi método era empezar a doblar papel para ver qué salía. Después de un rato, según lo que pareciera, digamos un pato, yo pensaba: ‘pato’, y trabajaba hasta que quedaba bien”.

Pero, cuando tenía alrededor de los 30, otro doblador de papel que tenía mi misma edad, Maekawa Jun, publicó una teoría nueva sobre el diseño de origami. Su nueva técnica proponía diseñar el objeto antes de doblarlo.

“Para nosotros fue casi una revolución. Aprendimos que el primer paso consiste en decidir lo que queremos crear, y luego aplicar las técnicas de diseño que se necesitan para crearlo. El método de Maekawa es muy eficaz”.

Una de las obras de Tsuda es un par de zuecos geta, calzado de madera de la vestimenta tradicional japonesa. Cuando los japoneses piensan en unos geta, les invade el cariño por las tradiciones. Un día a Tsuda le pidieron que diseñara algo que trasmitiera a los occidentales el mismo sentimiento. Su respuesta fue unas anticuadas botas de cordones. El problema fueron los cordones, que no se daban la vuelta bien. El reto consistía en emplear una sola hoja de papel por bota, y no tener que cortar. “En parte el origami es fascinante por esas dos normas. Pero, claro, esas normas dificultan el diseño. Me costó dos años encontrar el adecuado para los cordones”.

“Existen esos momentos de ‘¡Eureka!’ cuando logras el concepto del diseño. Son los mejores instantes de todo el proceso creativo”, dice Tsuda con los ojos brillantes de un niño de 12 años.

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Algunas muestras del arte de Tsuda en origami:
1 Autillos. Diferentes efectos conseguidos con papeles de tamaños y colores variados. 2 Dinosaurio carnívoro. La cabeza y la boca son grandes, y las manos pequeñas, lo que le proporciona un aspecto temible. 3 Concha de almeja. La forma redonda hecha con papel en dos dimensiones es impresionante. 4 Esta mosca tiene un aspecto divertido. 5 Insecto llamado pulgón. Tsuda dice que le costó mucho trabajo conseguir que los cuernos parecieran amenazadores.


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