Web Japan > NIPPONIA No.35 > Spanish > Living in Japan
NIPPONIA
NIPPONIA No.35 15 de Diciembre, 2005
TOP

Vivir en Japón
Un Festival Antiguo Visto desde un Nuevo Ángulo
Shaheed Rupani
Texto: Takahashi Hidemine
Fotos: Akagi Koichi
japanese
Shaheed Rupani y su esposa Miki delante de su casa en Kioto.
japanese


Shaheed, ataviado para el festival Gion.
La varita chirimbo que lleva en la mano se usa generalmente para ahuyentar a los malos espíritus a lo largo de la ruta del desfile. La sujeta mientras se asegura de que los voluntarios siguen tirando la carroza todos juntos.
japanese
El festival Gion de Kioto es uno de los tres más grandes de Japón. Cada año, en el mes de julio, unas preciosas carrozas (plataformas transportables) decoradas, llamadas yamaboko, recorren las calles de la ciudad, acompañadas de música o-hayashi. Este festival tuvo sus inicios en el año 869 como una plegaria a los dioses para que terminara una epidemia que estaba asolando el país. Desde entonces y durante más de mil años, el festival Gion ha añadido encanto y diversión al verano japonés.
En 2005 un grupo de 13 personas de Canadá, Estados Unidos, Australia y otros países se unieron como voluntarios para halar una de las carrozas. Era la primera vez que esto sucedía en el festival y atrajo toda la atención. El jefe del grupo, Shaheed Rupani, de 35 años, dice: “Hacía calor, nos cansamos mucho y no podíamos parar en ningún momento para ir al baño. Pero el público de la calle nos aplaudía y animaba, y eso nos dio fuerzas para continuar hasta el final”.
Rupani nació en Uganda. Cuando tenía un año, su familia emigró a Canadá; así que él creció en Toronto. Se licenció en biología en una universidad, y después pensó en seguir estudiando en el curso de posgrado; pero cambió de idea. “Alguien me dijo que yo podría encontrar Japón interesante. Por aquel entonces estaba fascinado por los ninjas – ya sabes, los espías que Hollywood hizo famosos. De modo que decidí ir a Japón y ¡conocer a algunos ninjas!”.
Llegó a Japón con un visado para trabajar en vacaciones y se fue a Kioto “porque pensé que sería un escondite favorito de los ninjas” dice riendo. Claro, no había ninja, pero mientras se metía en la historia de Kioto decidió quedarse allí un tiempo. “Pronto aprendí que los ninjas no eran violentos como en las películas, que desarrollaron estrategias sumamente inteligentes y mantuvieron ocultas sus capacidades fingiendo vivir como los demás. Cuando descubrí esto, los admiré aún más. Estoy encantado de haber terminado viviendo en Kioto, que es un lugar estupendo para estar cerca de la naturaleza y con una gente agradable. Creo que es uno de los lugares más bonitos del mundo para vivir”.
Consiguió trabajo dando clases en una academia de conversación de inglés, y comenzó a estudiar japonés. Fue entonces cuando oyó hablar del festival Gion.
“No quería sólo poder verlo como espectador. Quería unirme a él, formar parte del patrimonio y la historia de Kioto”.
El desfile del festival Gion tiene 32 carrozas, todas ellas conservadas por las asociaciones de los distritos cuyo objetivo es mantener las tradiciones del festival. Estas asociaciones están escasas de personal, por eso cada año necesitan voluntarios que ayuden a halar las carrozas. Rupani y sus amigos internacionales se pusieron muy contentos de participar en el reto.
Una carroza yamaboko puede pesar hasta 12 toneladas. Su centro de gravedad está alto, de modo que, si no se maniobra con habilidad y todos al unísono, podría volcar en un giro cerrado. Hay que seguir reglas estrictas. Por ejemplo, en el desfile no se permite ningún objeto moderno, como teléfono móvil, cámara, reloj de pulsera, anillos o joyas. Cuando tiran la carroza, los porteadores no pueden dejar que las cuerdas, que se consideran sagradas, pasen entre sus piernas.
Rupani les dijo a sus compañeros de equipo: “No podemos abordar el festival como una oportunidad destacar y hacer las cosas a nuestra manera. Es por Kioto, por Japón, por la gente”. Su discurso enérgico y su liderazgo los convenció a todos.
El festival ha terminado y Rupani sigue en Kioto, viviendo con su esposa en una casa de la ciudad. ¿Planes para el futuro? “Después de haber halado una yamaboko, quiero volver a hacerlo. Me gustaría ayudar a remolcar las 32 carrozas, ¡una distinta cada año!”.
Las carrozas conservan su antiguo diseño. Están decoradas con relieves escultóricos, lacas y láminas de oro delicadamente elaboradas, entre otros ornamentos. Incluso algunas llevan alfombras persas y turcas y bordados de la India, lo que demuestra que el festival Gion comenzó con una mezcla de tradiciones culturales de distintos países. Gracias a personas como Rupani también puede incorporar ayuda extranjera. El festival ha mantenido vivas antiguas y vibrantes tradiciones, y ahora, una vez más, se beneficia de la aportación de otras partes del mundo.
japanese

Voluntarios internacionales delante de la carroza que transportaron por las calles de Kioto, ayudados por algunos japoneses. Muchos son más altos que la media japonesa, así que les hicieron sus propios trajes para el festival. La carroza yamaboko está decorada con una luna en cuarto creciente; por eso, recibe el nombre especial de tsukiboko (tsuki significa ‘luna’).
japanese



NIPPONIA
TOP
   Reportaje Especial*    Vivir en Japón    El Monte Fuji como Objeto Artístico
   ¡Que Aproveche!    Japón por Dentro