Reportaje Especial
La vieja tradición de la hospitalidad japonesa sigue realmente viva en la actualidad, tanto en lugares de hospedaje chapados a la antigua, como en los lujosos hoteles modernos, o en los hogares de la gente corriente. En el corazón de esa tradición se halla el espíritu del Camino del Té.
Texto: Torikai Shin-ichi Fotos: Kono Toshihiko
Frescas hojas verdes en primavera, veranos templados, otoños coloridos, inviernos de plata. El Ginzan Onsen es un tranquilo balneario de aguas termales en la prefectura de Yamagata, escondido en las colinas del monte Gassan.
“Aquí el mismo entorno natural regala a nuestros huéspedes con la mejor de las bienvenidas”, dice Jeanie Fuji, la dueña de un hostal japonés que lleva abierto 350 años. Ella llegó hace quince años desde California para casarse.
Hoy todos estarían de acuerdo en que su capacidad para la hospitalidad es de primera clase. Pero a ella le parecía muy difícil cuando empezó a aprender las artes de bienvenida que una okami (propietaria japonesa de una casa de huéspedes) debe poseer. “Abrir y cerrar una puerta corrediza fusuma, saludar a los huéspedes, servirles la comida en pequeñas mesas o-zen…; todo debe hacerse de una cierta manera, siguiendo las costumbres antiguas. Y tuve que aprender a hablarles a los huéspedes en un japonés educado y formal. A menudo estuve a punto de rendirme y volver a Estados Unidos. Pero ahora me encanta mi trabajo”, sonríe Jeanie.
El hostal, llamado Fujiya, fue totalmente reconstruido y abierto de nuevo al público en julio de 2006. La vieja sala grande, que solía utilizarse para servir comidas y para el ocio, ha desaparecido; el número de habitaciones se ha reducido de doce a ocho; y cada habitación se ha diseñado para dos personas en vez de para los grupos más grandes que solían hospedarse. “Queríamos crear una atmósfera lo más relajante posible para nuestros clientes”. El interior está decorado con todo tipo de materiales naturales como el bambú, el papel japonés washi y la piedra; el resultado es ciertamente relajante.
“En un hostal japonés la dueña siempre tiene que pensar en las necesidades de cada huésped. Si parece que quieren algo, ella tiene que estar preparada para proporcionárselo en el acto. Desde luego, es importante no exagerar sino encontrar el equilibrio adecuado”.
Pero eso debe de ser muy difícil. “Es difícil, pero por eso encuentro este trabajo gratificante. Todos los días conocemos gente nueva, y cada cliente tiene sus propias exigencias en cuanto al servicio. Encontrar el equilibrio adecuado para cada uno es lo que hace que mi trabajo valga la pena”.
En Fujiya la hospitalidad se basa en el viejo dicho de la ceremonia del té “ichigo ichie”: aprecie en lo que vale el encuentro con otra persona, porque quizá nunca vuelva a suceder.
Los viejos ryokan de madera (hoteles tradicionales japoneses) contribuyen al encanto tranquilo del balneario Ginzan Onsen
(página web del hostal Fujiya en inglés: http://www.fujiya-ginzan.com/en_index.html)