Vivir en Japón
Su casa es moderna de manera elegante y está situada en un pequeño levantamiento del terreno con vistas a los arrecifes coralinos bajo el mar azul. El salón da al mar, y desde la terraza y los dormitorios se pueden ver árboles y arbustos subtropicales que brillan a la luz del sol. Estamos en el distrito Chinen de Nanjo, una ciudad pequeña cerca del extremo sur de la isla principal de Okinawa.
La casa fue diseñada por su propietario, Xavier Moulin, que diseña todo tipo de cosas: desde muebles y moda hasta edificios. Trabaja en casa, en el jardín si hace buen tiempo. Se sienta en la hamaca y se mece de un lado al otro con su portátil. En realidad el portátil es la única herramienta de trabajo que utiliza para sus diseños.
“Me encanta el mar. A veces voy en barco a alguna isla deshabitada y como tranquilamente, quizá vino, pan y queso. No me cuesta casi nada y, ¿qué puede haber mejor?”.
Muy cierto. Nació en Marsella, al sur de Francia, hace 38 años y creció cerca del mar. Sus padres eran profesores de secundaria y se trasladaban de residencia con frecuencia. Fue a la escuela de primaria en una isla pequeña del Caribe y a la de secundaria en un puerto tranquilo en Bretaña, Francia.
Estudió diseño en una universidad de París y luego empezó a trabajar para una empresa de Milán. Allí conoció a una mujer japonesa, Izumi, y se casó con ella. En 1999 visitaron Japón para conocer a los padres de ella. Era su primera vez y quedó maravillado con Tokio y Kioto.
“Templos antiguos al lado de oficinas modernas y llamativas, una ciudad ajetreada junto a una naturaleza tranquila…, para mí era una especie de paraíso caótico. Cuando estudié diseño urbano, me centré en el caos, y cuando vi todo ese ‘caos urbano’ en Japón pensé ‘¡Vaya, así es como me lo había imaginado!”.
Regresaron a Francia, pero él siguió pensando en Japón. “Me llegó al corazón”, sonríe.
Así que volvieron a Japón al año siguiente y visitaron Okinawa en 2003. Fue amor a primera vista. “Inmediatamente supe que quería vivir allí. Sentí que pertenecía a aquel sitio”.
“El mar de Okinawa es tan hermoso como el del Caribe, donde pasé parte de mi juventud. Okinawa tiene una cultura propia y la naturaleza de sus alrededores es estimulante. Y lo mejor de todo es que la gente de aquí es muy, muy simpática”.
Los diseños más recientes de Moulin tienen como tema “Vive la vida despacio”, que refleja el ritmo de vida lento de Okinawa. Dice que la casa y el estilo de vida de su familia son parte esencial del concepto de sus diseños.
“Hay gente que se ha trasladado a vivir aquí desde diferentes partes del mundo, y sorprendentemente bastantes son diseñadores”.
Recientemente Moulin ha establecido una red de diseñadores, gente de fuera que ahora vive en Okinawa. A la red le ha puesto el nombre “Zero”, que parece poco apropiado pues sus miembros tienen mucho talento. Cuando se reúnen, se les ocurren diseños admirables, quizá por sus orígenes diferentes, y sus ideas crean interesantes oportunidades laborales.
Moulin continúa buscando nuevos conceptos de diseño inpirado por el lugar que ama.